lunes, 8 de agosto de 2016

La culpa fue del viento


El presunto delincuente vivía en una cueva en medio del campo, como un animalito montaraz y solitario.
Tiene 29 años —otros dicen que 27—, es alemán y se considera ecologista de firmes y saludables principios.  Ama la naturaleza más que a su propia familia, con la que no habla desde hace muchos meses, y siempre ha tratado de no contaminar el paisaje con restos humanos orgánicos o inorgánicos.
El presunto malhechor es hombre de higiénicas costumbres. Se alimentaba del fruto que le proporcionaba su pequeño paraíso, y todos los días, quizá a la misma hora, devolvía a la naturaleza parte del alimento recibido, no sin antes reciclarlo en el taller de sus intestinos.
Al concluir esa delicada operación, quemaba el papel higiénico para no deshonrar al monte con aromas indeseables. Luego echaba la siesta a la sombra de un pinus canariensis, que es especie arbórea de gran valor ecológico, mientras escuchaba el martilleo del pájaro carpintero y el canto rítmico del pinzón azul.
Ahora el presunto forajido está en prisión sin fianza por culpa de un golpe de viento inoportuno que le arrebató el papel de la mano cuando ya había empezado a arder. El papel, con firma y todo, cayó sobre unas hojas secas que prendieron instantáneamente y provocaron el mayor incendio de la década en la Isla de La Palma y la muerte de un agente forestal.
No quisiera dar  la impresión de que me tomo a broma la trágica noticia; pero reconozco que, por un momento, me he llenado de compasión al pensar en el pobre hippy recluido en su celda por culpa de una maldita ráfaga de viento, y me he imaginado a mí mismo defendiendo en el foro a tan peligroso individuo. Porque, veamos, ¿era necesario esposarlo y meterlo en la cárcel? ¿Acaso cree su Señoría que si se le dejara en libertad con cargos sentirá la tentación de huir de la isla en patera? ¿De verdad supone que la cárcel servirá para rehabilitar al delincuente y encaminarlo por la senda del bien? ¿O se trata de evitar que prenda fuego al resto del archipiélago?
Teniendo en cuenta además que el muchacho es más insolvente que una cabra montesa, ¿no sería oportuno sacarlo de la trena y obligarle a realizar trabajos en servicio de la comunidad; algo así como limpiar el monte de rastrojos para evitar que los incendios se propaguen con tanta rapidez?
Claro que si el ministerio fiscal inculpa a mi defendido por la combustión incontrolada del papel higiénico sin permiso del Cabildo insular, la cosa puede ser más grave, ya que el muchacho vivió en la montaña durante cinco meses, o sea 150 días, y me consta que era muy regular en sus evacuaciones mañaneras. ¿Le incriminarán por 150 actos de imprudencia criminal con  quema de papel reciclable?
La pena puede ser terrible.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

XD

Anónimo dijo...

Hola, D. Enrique.
Le sigo desde La Palma. Mi esposa (otra seguidora) y yo hablábamos el otro día también del tema, y llegamos a la misma conclusión. El chaval parece majo, está bastante hundido, por lo visto lleva varios días sin comer y no ha reclamado asistencia legal. Aquí hay mucha gente como él, amantes de la Naturaleza y la vida alternativa, la armonía con el Cosmos, y todo eso. Creo que el daño que ha causado (precisamente intentando evitar dañar la Naturaleza) lo tiene paralizado.

De todas formas, mientras las cosas sigan "calientes", es mejor tenerlo fuera de la circulación. Debajo de todas esas imágenes de llamas, aviones y bomberos que aparecen en los medios, hay muchas historias particulares de gente que lo está pasando mal. Y más de uno podría no entender el asunto de una forma tan benévola.

Saludos desde La Palma.


Bernardo dijo...

Buenos días

Creo que sus seguidores palmeros han dado en el clavo: el presunto está en la cárcel y en régimen de incomunicación por su propio bien, para evitar que lo linchen.

Ha sido un accidente terrible. Rezo por la familia del agente forestal fallecido.

Cordelia dijo...

Pobre chaval y pobre sociedad. La falta de sentido común tiene consecuencias trágicas.
Me encanta el delicado trato que ha dado a tan escabroso tema, don Henry.

Anónimo dijo...

Me ha encantado el humor del post. Cuando me enteré de la noticia por tv, no pude menos que reír. Pero después reflexioné en que la imprudencia del "evacuador" había sido realmente grave.