lunes, 12 de marzo de 2007

Los números de la manifa y don Pelayo

Vuelvo a Madrid, y asisto a la pintoresca batalla de los números: que si dos millones, que si doscientos mil, que había dos por metro cuadrado, que no, que eran tres…

Miopes, hipermétropes y astigmáticos se arrojan cifras a la cabeza sin el menor recato.

Gracias a Dios, siempre hay un experto de guardia que, sin mover un músculo, afirma solemnemente:

—Fueron trescientos cuarenta y dos mil cuatrocientos quince. Ni uno más, ni uno menos.

Y es que nada como un número rarito, sin redondeos para que suene creíble.

—¿Y por qué no lo pones con decimales para que cuele mejor?

—Es una posibilidad. Hay que tener en cuenta que algunos sólo asomaron la cabeza por la ventana. O sea que no se trataban de individuos enteros. Cada uno de ellos podría computarse como un 0,20 de manifestante. Y a los que pasaban por allí y se quedaron un cuarto de hora, cabría aplicarles la conocida ecuación de Kloster, según la cual [m = t+v/r (2k)], siendo t el tiempo de asistencia a la manifa, v, la velocidad media de paso, r, la vibración del militante según la escala Richter, y k…, la verdad no me acuerdo.

Uno, que no es experto en casi nada y menos en contar multitudes, recuerda algunos chistes que vienen muy a cuento: por ejemplo el de aquellos dos estudiantes de Bilbao que salen de un examen de matemáticas.

—¿Ya resolviste el problema, Txomin?

—¡Claro!

—¿Y qué te dio?

—Infinito.

—Poco me parece…

Pero hablando de números, que por lo visto es el único argumento que preocupa a la mayoría, reproduzco aquí un texto robado del blog de Enrique García-Máiquez, mi tocayo-poeta del Puerto de Santa María:

Cuenta Ajbar Machmua en su “Crónica anónima bereber del siglo XI” que a A Uqba se le encomendó el mando en Al Andalus (…) y permaneció en él durante algunos años durante los cuales lo conquistó entero (…), sin dejar aldea sin conquistar, menos la montañas donde se había refugiado un rey llamado Pelay con 300 hombres, a quien los musulmanes no dejaban de acosar, hasta el punto de que muchos de ellos murieron de hambre, otros acabaron por someterse y fueron así menguando hasta quedar sólo treinta hombres, acompañados, según se dice, por menos de diez mujeres. Alí permanecieron escondidos, comiendo miel, porque las abejas se habían metido entre las grietas de la peña y tenían panales. Era difícil para los musulmanes llegar hasta allí, y los dejaron diciendo: “Treinta hombres, ¿qué importan? Los despreciaron, por tanto, lo que llegó a ser muy grave, como, Dios mediante, mostraré en su lugar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

D.Enrique, no sé si estoy del todo de acuerdo con usted.
Creo que lo de los números no es tan relativo, pero efectivamente, lo importante es que saldremos a la calle si hace falta todos los fines de semana.
Ya es hora de que nos movamos...
Desde aquí hago una invitación a ir el sábado a apoyar a los navarros. Creo que vale la pena!

E. G-Máiquez dijo...

Yo con lo que no estoy de acuerdo es con que diga que me robó la cita ¡del siglo XI! Eso ya es dominio público, don Enrique. Con el resto estoy muy de acuerdo. Y con Gilca también: qué pena no poder pasarme por Pamplona.

Anónimo dijo...

Bueno D. Enrique qué de historias sabes, pues te voy a contar una que es un chiste un poco politizado y clericalón que es como son los chistes de los que tienen ya una pinta de vino en el cuerpo: Pues que se murió un buen hombre y claro se fue al cielo y apenas entrar vió mucho, muchos relojes de todos los tipos, unos andaban más rápidos, otros casí parados. Y aquel señor ya santo le preguntó a un angel que pasaba por allí ¿y esos relojes? son para medir las mentiras de los hombres de la tierra, segun mienten andan más deprisa. Y siguió preguntando picado de curiosidad ¿Cuál es el del Papa Benedicto? Aquel que está parado. Y ¡el de Rubalcaba? es aquel que no para de mover las agujas, le dijo el angel pero sólo puedes hacer una pregunta más ¿Y dónde esta el de Zapatero? Bueno, bueno, ese lo tiene San Pedro de ventilador.
Fijate si somos malos y los chistes mejores los saber tu. Envíame alguno a mi blog
Un abrazo Jose Luis

Enrique Monasterio dijo...

Para Jose Luis Chordi:
¿Y se puede saber cómo se entra a tu blog?

Galsuinda dijo...

Je, la cita me parece que me la robaron a mí, para cuya transcripción pedí permiso al historiador que la sacó. Se me borró el enlace que hice y no me gustó como quedó la nueva. Estaba intentando hacer otra mejor que la que me ha quedado pues es el lema de mi blog

http://foropelayo.blogspot.com

Enrique, ¡hazme propaganda al menos!

Mi mail en el contacto de www.adopcionespiritual.org