martes, 6 de marzo de 2007

Miradas (III)


Hay miradas tan tristes, tan desvalidas, que a uno le dejan sin aliento.

Hablo de Carmen. (No: por supuesto no se llama así)

Va a cumplir 18 años, pero tiene un cuerpo de 12 y una mirada herida que pide auxilio sin palabras. Yo he visto antes esa mirada: en Lucía, que murió de una mala gripe hace veinticinco años; en Belén, que terminó con su vida hace diez o doce en el mismo hospital donde trataban de que no muriera, alimentándola a su pesar.

La veo ahora en un pasillo. No daré más detalles.

—¿Cómo te llamas?

Habla muy bajo:

—Carmen.

—¿Qué has desayunado hoy?

—Nada.

—¿Cenaste ayer?

—No.

—¿Y qué comiste al mediodía?

—unos guisantes.

Nos sentamos unos minutos cara a cara. Es una chica inteligente y muy trabajadora, pero no sabe por qué ni para qué estudia. No tiene ambiciones, Le da lo mismo una carrera que otra.

Hablamos del médico que la trata, de su familia, de sus amigas y amigos.

—Yo estoy sola —me dice—. Siempre estoy sola.

Soy consciente de que no debo suplantar al médico ni a sus padres. Tampoco puedo ser su hermano mayor ni su amigo. Pero no quiero escapar de esa mirada inconsolable.

Los sacerdotes hemos de ser, para los demás, Cristo que pasa, que escucha, que mira, que perdona, que cura. ¡Quién pudiera curar la soledad, la tristeza de todas las miradas!

—Tu no te me escapas —le digo—. ¿Me dejarás que te ayude?

Carmen sonríe por primera vez, y me mira. Ahora descubro que tiene los ojos verdes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dígale a Carmen que algunas chicas hemos pasado por ahí, y que se sale. Que cuesta, pero vale la pena ser libre. Ayúdela, por favor.

Anónimo dijo...

Soy sacerdote y médico y algunas miradas nos piden mas que medicina, amor y presencia ante Dios. Gracias y ayúdala

Adaldrida dijo...

Ayyy...

Anónimo dijo...

Conozco bien la enfermedad.
Al principio, de una manera inconsciente, sólo quieres expresar la debilidad que sientes interiormente a pesar de que en tu entorno te consideran fuerte y autosuficente. Al principio es sólo una manifestación de un sufrimiento pero, si la enfermedad avanza, se vuelve un sufrimiento en si mismo.

La superé entendiendo que mi vida no era mía y que tenía un sentido y unas responsabilidades.

Lo qué más me motivó es que, en una situación dónde te sabes una carga y un problema por la enfermedad que padeces, alguien confió en mi.

Seguro que le ayudará. Yo entiendola anorexia como un problema del alma que castiga al cuerpo.

Jose María Corbí dijo...

D. Enrique, a mí también me es fácil acordarme de Usted. Todos los días trato de seguir el programa de vida que nos indicó a Sonsoles y a mí en la homilía de nuestra boda: "desvivirnos el uno por el otro". Con la madurez, estoy llegando a la conclusión de que éste programa, dentro de un orden, se debe aplicar de manera general a la vida, es decir, pasar a "desvivirse por todos los demás". Aunque no es fácil.
Gracias, siempre, a Usted.
Le he cogido prestado su video de la Dirección Espiritual, y de vez en cuando, si me autoriza para ello, utilizaré su blog como recurso para el mío. No es fácil encontrar personas que "piensen por libre" y cuando se consigue hay que aprovecharlo, je! je!
Un abrazo de parte de Sonsoles quien le tiene un grandísimo cariño.
Y finalmente siga, siempre, acordándose de mis hijos. Yo rezo todos los días para "que sean sembradores de paz y de alegría y tengan siempre buenos amigos a su lado", si le parece se puede unir a esa petición, que creo que no es poca cosa.
Sí, soy un convencido de la blogoesfera. Me encanta. Le recomiendo también que se pase a del.icio.us es una web dedicada al "social bookmarking" (los "favoritos" del navegador se comparten en la red, de tal forma que si una determinada página de información sobre pájaros está marcada como favorita por 50.000 personas significa, seguramente, que ésa página es buena), con todas las ventajas, que si lo piensa, esto puede tener.
Bueno, ahora ya sí que me despido. Hoy hace años que murió el padre de Sonsoles. Rece por él.
Un fuerte abrazo,
Jose María