jueves, 22 de marzo de 2007

Parábolas urbanas I

Dirección espiritual


Juan va caminando por la calle y cae en una zanja muy honda, muy honda. El golpe es tremendo, y se queda aturdido durante unos segundos. Luego siente una vergüenza enorme y trata de salir a toda prisa para que nadie se dé cuenta de su torpeza. Pero la zanja es muy profunda y no lo consigue.

Pasa una señora con un cesto, y se esconde en un rincón para no ser visto.

Pasa otro peatón. Juan se pone un chaleco amarillo que encuentra por allí, y finge que es un empleado del ayuntamiento que trabaja en las obras.

Luego inspecciona la zanja en busca de una escapatoria. Intenta salir con dignidad, sin perder la compostura, como quien tiene previsto cada paso y cada obstáculo. Pero nada. Se diría que la zanja es cada vez más honda.

Al fin decide intentarlo arrastrándose a cuatro patas. Pero ni así…

Por último, lleno de vergüenza, grita:

—¡Socorro. Ayúdenme a salir!

Pasa un médico, y le pregunta:

—¿Está usted herido?

—Por supuesto. ¿Es que no ve el chichón que tengo en la cabeza?

Entonces el doctor extiende una receta y se la tira a la zanja.

—Y no se olvide: un comprimido cada seis horas.

Pasa el alcalde y, al oír los gritos, exclama:

—No se queje usted tanto, amigo mío: trabajamos para hacer una ciudad más confortable. Hemos de ser solidarios y pensar en el interés general.

Dicho lo cual, se aleja e inaugura unos parquímetros.

Pasa un periodista y le saca unas fotos.

Al fin, pasa su amigo Manolo y, al reconocer a Juan, se tira a la zanja.

—Se puede saber qué haces. Ahora estamos los dos igual.

—No creas. Yo estuve aquí antes y conozco el camino de salida.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

BREVE PERO INTENSA.

Se nota que la ha escrito con optimismo y con fe. Mi experiencia me dice que la parte más difícil no es salir de la zanja sino pedir ayuda.

En mi pueblo,cuando un "humano" corriente (para evitar sexismos que estamos muy sensibles) se cae en una zanja muy honda, muy honda, muy honda.... le puede entrar tanta vergüenza que se quede escondidito para que nadie conozca su torpeza.

Que el amigo se tire a la zanja, se reconozca igualmente torpe y le ayude a salir me sorprende menos. Si no no sería un amigo.

Seguiré su consejo a ver si salgo de mi zanja. :)

Enrique Monasterio dijo...

Tienes razón. La "parábola" es un poco esquemática. La modifico de acuerdo con tu sugerencia. Y no descarto sacar de aquí un cuento más largo o incluso un relato extenso como aquellos que escribió Italo Calvino: "el Barón rampante", "el caballero inexistente", etc.

Anónimo dijo...

Supongo que también podría titularse "apostolado", ¿no?
Marta

Ángel dijo...

Me viene muy bien para hablar con un amigo que se tiene que decicir a dar un salto en su vida.

Anónimo dijo...

Herzlichen Glückwunsch!!

Anónimo dijo...

me parto con Kloster! Piensa luego existe??

Coni Danegger dijo...

¡Gracias por la claridad! Por el título hubiera jurado que iban a darle al pobre tipo una mano desde arriba, pero no, es verdad...