martes, 27 de marzo de 2007

Perdonar

Hace tiempo escribí un artículo con este título. Hablaba del terrorismo; pero también de los insultos, de las calumnias... Aquel día estuve elocuente.
Ahora veo que lo que de verdad cuesta es perdonar al que esta noche de lluvia ha roto el cristal de mi coche, ha entrado a saco y me ha quitado hasta el paraguas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuesta perdonar lo que nos afecta directamente. Hoy el cristal del coche. Mañana (Dios no lo quiera), si es una bomba en los bajos del mismo, también.

E. G-Máiquez dijo...

¡bravo por la breve entrada! Y espero que en el coche no tuviese nada irremplazable.

El payaso triste dijo...

Lo siento de veras. Algún viaje hemos hecho juntos en ese coche, mientras el navegador (GPS), hablando en italiano, nos guiaba hasta hermosas rías del Cantábrico, donde pudimos ver por primera vez (yo era la primera vez que lo hacía) un ALCA. (Yo también vi, una nueva especie: el pájaro-boya)...

Anónimo dijo...

Es cierto que cuesta perdonar. Y cuesta sobre todo porque es difícil olvidar. Perdón y olvido. La cuenta borrada. Nada de tachones: el papel en blanco. Teniendo una memoria privilegiada, debe ser aún más difícil.

Don Enrique, cuente con mi coche si tiene que dejar el suyo en el taller para que lo vea el perito.


Una posdata: avistado un pigargo
en Monte Perdido:

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/03/26/ciencia/1174923442.html

Anónimo dijo...

Encima un ladrón con potra. NO creo que le haya robado a mucha gente que no sólo le perdone, sino que vaya y le encomiende. Vamos que le ha robado dos cosas, el paragüas y sus oraciones. Un ladrón eficaz y con suerte.

Anónimo dijo...

Bueno, efectivamente hay que perdonar, pero esto es compatible con pedir que el culpable pague su merecido castigo.

Enrique Monasterio dijo...

¿Veis qué maravilla? No sabía que subir al blog esta mañana, y me ha resuelto el problema un caco oportuno. Mañana creo que pondré un texto de Séneca que viene muy al caso. Habla con cierta ironía y sabiduría de los que tendemos a quejarnos por cualquier cosa.

Anónimo dijo...

Hace un par de años (el tiempo pasa rápido) guardé un artículo de J. Nubiola sobre el perdón. Copio el primer párrafo (espero que recuperes pronto... al menos el paraguas; por aquí no para de llover):

"Me conmovieron las palabras de Irene Villa que pude leer recientemente: "Para poder vivir, lo más inteligente es perdonar". Al releerlas ahora me siguen conmoviendo, no sólo porque proceden de alguien que ha perdido las dos piernas en un terrible atentado terrorista, sino sobre todo porque llegan hasta el fondo del problema vital del perdón. La fuerza de estas palabras no radica sólo en que muestran la grandeza de un corazón capaz de perdonar a sus agresores; su fuerza estriba -me parece- en su valiente apelación a la inteligencia: lo más inteligente es perdonar. Como escribió la Madre Teresa, "el perdón no es un sentimiento, sino una decisión". El perdón no es sentimentalismo edulcorado; es una condición indispensable para poder vivir una vida plenamente humana". La Gaceta de los Negocios, 13 de marzo de 2005.

Jose María Corbí dijo...

Perdonarte es amarte, baby!

Ya sabéis que los domingos trato algún tema más desenfadado en mi blog, que es un blog profesional, pero tratando que tenga algo más de calado de lo habitual. El pasado domingo ha coincidido que yo también escribí algo sobre el perdón que, aunque no literalmente, os incluyo aquí.

Dice el famoso adagio "conocerte es amarte, baby!". Y es cierto. Si queremos que nos quieran nos tenemos que dejar conocer. Es así de simple. Tenemos que decirle a los demás, de las mil maneras posibles (frases, gestos, lenguaje corporal, signos de todo tipo...), quienes somos, lo que nos gusta y lo que no, es decir, dejar que se abra el tarro de nuestras esencias.

Pues bien, un segundo paso en el amor, y ya dijimos hace algunos domingos que en esta sección hablaríamos mucho de amor, es pasar del "conocerte es amarte" al "perdonarte es amarte". Porque si en algo se caracteriza el amor es en que perdona. Y el amor para siempre, el verdadero, perdona siempre. No creo para nada en la tesis de la película "Love Story": "amar es no tener que decir lo siento". Precisamente es todo lo contrario, el que ama pide perdón enseguida que descubre que ha podido entristecer a su amor por cualquier circunstancia.

Con estas dos cosas: uno, dejarnos conocer, y dos, pedir perdón cuando es necesario, creo que no necesitamos para nada la asignatura de "ciudadanía" que nos quieren endorsar.

Jose María Corbí dijo...

quería decir, endosar...