viernes, 19 de octubre de 2007

Los humos de la vejez


Opinaron algunos sabios que, con ser el hombre la obra más artificiosa y acabada, le faltaban aun muchas cosas para su total perfección. Echóle uno menos la ventanilla en el pecho, otro un ojo en cada mano, éste un candado en la boca, y aquél una amarra en la voluntad. Mas yo diría faltarle una chimenea en la coronilla de la cabeza y [a] algunos dos, por donde se pudiesen exhalar los muchos humos que continuamente están evaporando del celebro; y esto mucho más en la vejez, que si bien [se] considera, no hay edad que no tenga su tope, y alguna dos, y la vejez ciento. Es la niñez ignorante, la mocedad desatenta, la edad varonil trabajada y la senectud jactanciosa: siempre está humeando presunciones, evaporando jactancias, cebando estimaciones y solicitando aplausos. Como no hallan por dónde exhalarse estos desapacibles humos, sino por la boca, ocasionan notable enfado a los que les oyen, y mucha risa si son cuerdos.

Baltasar Gracián. "El criticón"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por la boca entonces y por el blog ahora. Cuerdos, cuerdos, que nos reímos mucho!!

j.a.varela dijo...

Desde el punto de vista médico, me he preocupado de saber si en algún caso, la autopsia no ha revelado la existencia de una fístula recto-meníngea. Y no lo pude comprobar aunque tengo la convicción de su existencia, por sus efectos tan visibles a veces. La mencionada chimenea, desagradable por cierto, permitiría atenuar los efectos compresivos de la tal fístula.

j.a.varela

j.a.varela dijo...

El que se vuelve viejo a pasos agigantados soy yo, y tengo que escribir en dos tiempos. Pero resulta que en su 1er. post de este blog, ya habla Ud del reblandecimiento meníngeo. Más elementos de diagnóstico etiológico presuntivo.

j.a.varela