viernes, 11 de enero de 2008

Envidia democrática



Hace
varios meses escribí sobre la "humildad democrática" . Una ministra del gobierno estaba tan contenta de haberse conocido que se atribuyó esta innovadora virtud en relación con no sé qué asunto de los trenes de cercanías en Barcelona.

Con este motivo me preguntaba alarmado si las demás virtudes (teologales, cardinales etc.) podrían contaminarse también con el adjetivo "democrático", en sus dos formas, masculina o femenina, que últimamente prolifera más que los topillos.

Terminaba mi breve comentario proponiendo formalmente la elaboración de una ley contra la cursilería parlamentaria.

Hoy comprobamos que la epidemia ha saltado del mundo de las virtudes al de los pecados capitales. En efecto, un honorable político, en su visita al Reino Unido, ha manifestado sentir "envidia democrática" .

Como yo de política no sé mucho, necesito urgentemente que alguno de mis fieles lectores me explique en qué se diferencia esta envidia de la envidia común o cainita y, en su caso, de la "envidia dictatorial, fascista o totalitaria". Francamente (quiero decir, realmente) estoy confuso.

Y puestos a especular, ¿existe la soberbia democrática? ¿Y la ira, la pereza, la lujuria, la avaricia y la gula podrían envolverse también en celofán democrático y recuperar la honorabilidad perdida?

Si no fuera tan tarde, hablaría con Kloster para que me lo explique; pero a estas horas, mi amigo ya está descansando.


5 comentarios:

Juanan dijo...

Entendiendo "democrático/a" como "perteneciente o relativo/a a la democracia", la envidia democrática es la envidia relativa a la democracia.

Aunque Carod es un tipo que no habla muy bien el español, así que no está para esos juegos de palabras. La palabra "democrático" en el lenguaje progre significa "civilizado", "moderno", "guay", "cool", "chachipiruli", y un largo etcétera. En definitiva, es una coletilla bastante molona. No es "envidia cochina", es "envidia democrática".

Anónimo dijo...

Otra opción- democrática= potencialmente generalizable.
Si todo el mundo lo hace, lo puedes hacer sin temor al que dirán.
Las barbaridades, si democráticas, dejan de ser barbaridades.
Conclusión (1): pon democrática después de la mayor aberración, democrática o no, y ya es socialmente aceptable.
Conclusión (2): olvidémonos del sntido "genuino" de democracia y llegaremos a la dictadura "democrática" si "democráticamente" no hemos llegado ya.

E. G-Máiquez dijo...

Je, je, Juanan: muy bueno lo de que la envidia ya no es cochina, porque democrática.

Sinretorno dijo...

Quizás se habla de una envidia buena que más bien es admiración, puede ser.Aunque no tiene porque ser demicrática. Digamos qwue tengo una sana envidia de su blog..

Enrique Monasterio dijo...

Hay una virtud moral que se parece a la envidia: la emulación.
Ante las cosas buenas de los demás, que nosotros no tenemos, podemos adoptar dos posturas: la tristeza rencorosa(eso es la envidia) o el deseo de tomar ejemplo. A eso se le suele llamar "sana envidia"