domingo, 27 de enero de 2008

Niebla


Desde Molinoviejo hasta San Rafael hay diecisiete kilómetros exactos. trece minutos por carretera y dos menos por autopista, con peaje incluido.

La niebla madruga menos que yo. A las ocho menos cuarto de la mañana aún no se ha levantado y duerme abrazada a los pinos.

Cojo el coche. La luz de los faros no logra traspasar la nube negra que parece haber invadido el jardín. ¿Cojo la autopista? Me digo que no vale la pena. Total, son sólo diecisiete kilómetros.

Salgo a la carretera con cierta dificultad y me incorporo a una caravana de automóviles que se arrastra lentamente. Me dejo llevar. ¿Me dará tiempo a rezar una parte del Rosario?

"Dios te salve, María..."

Un loco nos adelanta por la izquierda a gran velocidad. Yo no veo nada. A medida que avanzamos la niebla es más densa y más oscura. Ahora que no me lee nadie, reconozco que tengo un poco de miedo. Gracias a Dios sólo debo fijarme en las luces del vehículo que va delante y guardar la distancia de seguridad.

De pronto aparecen otras luces a izquierda y derecha. ¿Dónde estamos? No es posible que hayamos llegado a San Rafael, pero se ha detenido la caravana, y algunos conductores salen de los automóviles. Yo también lo hago.

¡Vaya por Dios! Resulta que nos hemos desviado del trayecto y hemos entrado en un pueblo. Por lo visto el camión que iba delante nos ha conducido a todos a su punto de destino. Hay un chaval en una furgoneta que ríe a carcajadas mientras explica la historia a los afectados. Nadie parece sintonizar demasiado con su buen humor. Y es que no son horas. A mí tampoco me hace gracia el episodio.

Unos minutos más tarde nos encontramos de nuevo en la carretera; la niebla desaparece y comienza a amanecer sobre la sierra.

Yo no he preparado demasiado bien la meditación de esta mañana. Contaba con reflexionar un poco durante el viaje, pero con tanto lío... No sé, tal vez hable de la niebla y de la dirección espiritual. Diré que para moverse en la niebla hace falta un buen guía. Y, si a uno le toca ir delante, más vale encomendarse al Espíritu Santo, y usar una buena brújula para no perderse en el camino.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

La experiencia me dice que siempre hay algo de niebla o señalizaciones confusas. Caminos que dan pereza, peajes...etc

Es importántisimo un buen guía!!!. Me subo al coche, la radio el manos libres y... soy capaz de acabar en Marruecos yendo de Madrid a Paris si no consulto a nadie!!!!

Lucía dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Superbueno D. Enrique...y no le hizo gracia? Pos a mi siiii, mucha. Siga contando cosas tan normales. Gracias por hacerlo!!!