viernes, 15 de febrero de 2008

El hombre de la mano en la oreja


Si El Greco volviese a nacer, ya no pintaría al “caballero de la mano en el pecho”. Ahora nadie se lleva la mano a semejante lugar; pintaría al “tipo de la mano en la oreja”, ya que éste es el gesto más significativo del siglo XXI.

Me lo dijo el primo de Kloster, que se fue a la selva en los años ochenta y volvió hace tres días a Madrid.

—¿Oye, qué le ocurre a la gente? ¿Por qué van todos corriendo por la acera con la mano en la oreja? ¿Acaso hay una epidemia de otitis?

Yo le expliqué que estamos en el siglo de la comunicación, que todas esas personas llevan un pequeño teléfono en la palma de la mano y no paran de hablar ni de escuchar.

—¿Y con quién hablan?

—Con otros que caminan por otras aceras.

—A lo mejor van por la misma.

—Es posible; ni ellos mismos lo saben.

—¿Y no pueden esperar a llegar a casa o a sus oficinas?

—Por supuesto que no. Tienen que tener los oídos ocupados todo el tiempo. Además hay que dejar claro que están muy atareados, que tienen prisa, que están superestresados. Sin estrés su imagen pública se derrumbaría estrepitosamente El estrés es una cuestión de prestigio; sin él no se puede vivir.

—¿Y de qué hablan?

—De dinero, de hipotecas, de plazos, de gestiones, de mujeres, de hombres, de suegras, de cuñadas, del tráfico, del gobierno, del alcalde, de dónde están, de dónde vienen y adónde van, de lo que les falta para llegar y de la cobertura del móvil.

—¿De la qué…?

—El móvil es el teléfono, ¿lo pillas? Y como la comunicación se realiza a través de ondas electromagnéticas, es preciso tener siempre cobertura.

—Ya. ¿Y no sería mejor que se pusieran todos de acuerdo para dejar los teléfonos en casa y aprendieran a mirarse los unos a los otros? ¿Te has fijado? Es que van como zombis, no se ven. Te empujan y ni se enteran. Chillan desaforadamente como gorilas salvajes a veinte centímetros de mi propio apéndice auricular sin percatarse de que existo. Toman el autobús y siguen hablando a gritos con la mano en la oreja, informando de sus problemas a los demás pasajeros. Claro que es igual: nadie les escucha, porque todos tienen una oreja tapada. Yo creo que estáis en el siglo de la incomunicación.

Exageras. Piensa en el tiempo que ahorran. Gracias a esta incesante comunicación, la productividad aumenta de forma significativa.

—Oye, ¿y tú estás seguro de que hablan con alguien?

—Claro…, ¿en qué estás pensando?

—En que a lo mejor sólo pretenden taparse los oídos.

Kloster me miró con ojos de añoranza.

—En la selva del Amazonas las cosas son muy diferentes. Allí sí que nos comunicamos. Yo hablo con las plantas, con las aves, con todos los animales que me rodean y con cada una de las personas que encuentro, y no necesito agarrarme la oreja.

En esas estábamos cuando entramos en una pequeña iglesia románica. En una capilla lateral hay un precioso calvario del siglo XI. La Virgen está a la derecha de la Cruz, y a la izquierda, el apóstol San Juan con la mano en la oreja, igual que si llevara un teléfono móvil

No es el primer calvario que veo de estas características: en la iglesia de San Juan del Hospital, en Valencia, el apóstol también adopta la misma postura. Y lo mismo en Riaza, y en tantos otros lugares.

El primo de Kloster, que no es muy experto en estas cosas, me pregunta si también San Juan llevaba móvil

—Al contrario —le respondo—. El arte es un lenguaje, y las imágenes de los retablos son la “biblia pauperis”, es decir, la biblia de los que no saben leer. San Juan tiene la mano en la oreja porque está escuchando atentamente lo que le dijo Jesús desde la cruz: “ahí tienes a tu Madre”. Si tuviera el móvil encendido no oiría nada.

* * *

Escribo desde Molinoviejo. He empezado a predicar un curso de retiro y creo que esta tarde contaré la parábola urbana del hombre con la mano en la oreja.

Es preciso hacer silencio en el alma para encontrar a Dios y escuchar su voz, porque Él habla siempre en voz baja.

No sea que cuando nos llame nos encuentre comunicando.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

En la encuesta que publiques sobre los cinco mejores inventos del siglo XXI, se encontrará a la cabeza del ranking, las patillas del teléfono móvil.

Anónimo dijo...

Gracias, don enrique. No voy en coche sin antes encenderla música, o pensar ¿Con quién tengo que hablar por teléfono?. Para la cuaresma va a ser una gran cosa mantener los oídos abiertos y la música apagada...gracias.

Anónimo dijo...

Boníta parábola urbana , para pensarla y repensarla con cierta frecuencia . La verdad es que pienso que aun la gente que más está a la escucha , necesita un poco de menos ruido.

Anónimo dijo...

Esta semana pasada estuve en Regensburg y en una iglesia muy bonita que hay en las afueras. Tambien está San Juan con la mano en la oreja. Me era familiar y ya me ha dicho donde la ví. En Valencia, en san Juan del Hospital.

Altea dijo...

Sí, yo a veces he pensado que los que berrean por el móvil en el autobús en realidad es con el resto de pasajeros con quienes van hablando.

Benita Pérez-Pardo dijo...

ooooooooooooooooooooh!, el móvil...
mmmmmmmmmmmmmmmmm

Marta Salazar dijo...

ja ja, me encanta que San Juan hable por teléfono!

"Con otros que caminan por otras aceras", no solamente con ellos...

con amigos, con conocidos, con familiares, es una buena ocasión de conversar con los demás,

personalmente, no sujeto el teléfono con la mano, porque no quiero tener una inflamación en el codo, ja ja

sino que uso audífono que es más seguro que un aparato inalámbrico (Bourne usa audífonos con cable, para no ser escuchado y yo lo imito, je je)

las musulmanas son más clever aún:

se lo ponen debajo del velo, eso es, sujeto con el velo que usan,

lamentablemente, no he podido conseguir una foto, pero estaré atenta a fotografiar a alguna.

Un saludo grande!

Minerva dijo...

Hace poco leí El elogio de la pereza, un texto muy interesante que habla, en resumen, del viejo y sabio dicho: "menos es más". Es muy interesante. Odio los mensajes de texto y hablar por teléfono, pero no puedo negar que salva las distancias entre mi familia y yo (distancia física,claro). Por otro lado, de lo negativo también se aprende. Es interesante, por ejemplo, escuchar de qué cosas hablan realmente por celular, pues explica muchas cosas. Saludos.