lunes, 11 de febrero de 2008

Puertas al campo



Dicen que no es posible poner puertas al campo. Que se lo cuenten a los que han llenado de obstáculos la Sierra norte de Madrid.

Salgo de Molinoviejo y tomo un sendero solitario que se dirige hacia un bosque de pinos. El silencio es estremecedor: ni un sólo pájaro que llevarse a los prismáticos. Sólo una rapaz que vuela tan alto, tan alto como la que dio a la caza alcance en el poema de San Juan de la Cruz.

"Prohibido el paso. Coto privado de caza".

En efecto, el coto en cuestión está completamente privado de caza. Atravieso la verja y sigo subiendo. Ni una ardilla. ¿Dónde estarán?

De pronto oigo el martilleo de un pico picapinos. Me acerco despacio al lugar de donde supongo que llega el sonido.

Hace unos años mis oídos eran infalibles: medían con precisión matemática la distancia y la dirección de cada canto. Ahora sigo oyendo bien, pero ya no estoy tan seguro de acertar.

"Propiedad privada. Coto privado de caza. Cuidado con el perro".

Atravieso la verja mientras pienso que sería más razonable escribir "coto de caza privado". En estos casos el orden de factores sí que altera el producto. Recuerdo un viejo titular de prensa: "Opiniones sobre el aborto de Zapatero". Francamente, no son formas...

"Coto privado..."

...que sí; pero yo quiero ver el picapinos.

De pronto oigo el aleteo inconfundible de un pájaro asustado, y pasa sobre mi cabeza un relámpago negro y rojo...

Otra puerta: "cuidado con el perro". Si al menos hubiese un perro...

Vuelvo a Madrid. Ya está bien de violar propiedades privadas sin perro y sin caza.


2 comentarios:

Benita Pérez-Pardo dijo...

Lo siento, lo he borrado yo. Me dió por opinar sobre el titular de prensa...

Espero que haya podido descansar en Molino!

Altea dijo...

¡Mmmm! Yo también iba a por el titular de prensa. ¡Es demasiado tentador! Eso no se hace, don Enrique. Saca nuestro lado más salvaje.