jueves, 10 de abril de 2008

Sin querer

Esta pareja es inocente

Sin querer. Eso me ha dicho Fabio, que ha sido sin querer.

Había estado jugando con mi pluma y, claro, se le ha caído al suelo…, de punta.

Yo ya iba a reñirle como se merecía, pero, entonces, me ha explicado que no lo ha hecho adrede, que ha sido sin querer, y me he quedado sin argumentos. Fabio sólo tiene 8 años y me mira con esos ojos inocentes de quien ha roto —sin querer, por supuesto— no un plato, sino media vajilla.

Y yo ¿hago daño sin querer? Sin duda. A veces, tan sin querer que ni siquiera se me ocurre pedir perdón.

Me consuela pensar que también hacemos cosas buenas sin pretenderlo. A los curas nos ocurre con frecuencia. Por ir vestido de uniforme; por decir una frase amable; por escribir en el blog cuatro palabras que ni siquiera son tuyas; por sonreír a un niño o a un viejo; por celebrar la Eucaristía con pausa y atención; por escuchar en silencio tratando de entender al que te habla…

Si supierais cuánto fruto consigue Dios sólo por eso. A veces me dan ganas de decir:

—Ha sido sin querer. No me lo tengáis en cuenta.


14 comentarios:

Anónimo dijo...

Será cuestión de vestirse de negro... a ver si cuela.

Ultreiacris dijo...

Hola Enrique:D

Si lo pensamos, la moyoría de nuestras malas acciones son sin querer. Pero esas acciones tienen consecuencias hay que ser responsable con ello. Si juegas con una pluma se puede romper, si tocas la plancha caliente te puedes quemar y si pierdes a un peque de vista pueden pasar muchas cosas.

Un abrazo

Historias del Metro dijo...

Una vez una amiga me hizo una faena, y me dijo, excusándose: "me tienes que perdonar, no te queda más remedio, porque lo hice sin querer". La verdad es que tuve que callar. Hubiera deseado gritarle, decirle que no volvía a confiar en ella... Pero ella estaba tan arrepentida, y se sentía tan indefensa que lo cierto es que la perdoné.
Por otro lado, tiene razón Ultreia. Hay muchas cosas que hacemos sin querer, y que pagamos durante mucho tiempo. Es un misterio el de nuestras "meteduras de pata" y sus consecuencias. Supongo que, en el fondo, nos ayudan a aprender. Después, el arrastrar las heridas de esos errores durante un tiempo... eso ya no lo encuentro tan educativo. Pero es inevitable.

Anónimo dijo...

Creo que con los años el "sin querer" va perdiendo peso. Porque con el tiempo, si uno se esfuerza por conocerse, va siendo cada vez más dueño de sus actos. Cuando un adulto hace daño a los demás "sin querer" y con demasiada frecuencia tal vez es porque le falta autodominio y ponerse en lugar del otro.

Esta entrada de hoy es cortita, pero tiene mucha miga .Gracias.

Unknown dijo...

y "sin querer" estoy entrando todos los días a su blog y gustando de sus palabras y enseñanzas tan lindas!!! GRacias

Nuevepornueve dijo...

Pelín de acuerdo con Sunsi en lo de que "ha sido sin querer" cuando se mete la pata o se provoca un mal en ocasiones -en la edad adulta- puede esconder falta de "algo" (madurez? responsabilidad?? respeto a los demás? interés por las cosas?)que sería bueno identificar para poder corregir. Creo que este lado del asunto daría para una buena entrada, D. Enrique, con la participación de Kloster, por supuesto, si es que anda ya recuperado de su brote de astenia.
En cualquier caso, a mi lo que me interesa más es el otro lado: el de las cosas buenas que, a veces, algunas personas, provocan sin saberlo. ¡Qué grandísima verdad! En mi opinión es uno de los alicientes más intrigantes que nos esperan en el Cielo, (sin entrar en lo realmente importante, que es gozar de Dios). Me lo imagino como una especie de plató gigante (deformación profesional, sorry), algo así como la versión "Cielo" de un programa de esos asquerosos de la TV, donde la gente se entera de cosas de otros. Descubrir anónimos benefactores a través de los que Dios actuó y, ¿porqué no? conocer que nosotros mismos recibimos esos favores e incluso, los provocamos en otros. Algo así como el "revelado fotográfico" de la Comunión de los Santos. El efecto que tuvo tal o cual oración, frase, acto...
Como diría si fuera uno de mis sobrinos: ¡Mola!

Nuevepornueve dijo...

Joe..pido perdón por el rollazo. No era consciente de lo larguísimo de mi comentario.
Intentaré no volver a hacerlo.
...Supongo que no vale decir "ha sido sin querer".

Hadasita dijo...

Lo de la pluma no podía ser de otra manera: si se cae, cae siempre de punta. No tiene mucha explicación, pero así es, y nos pasa también a los mayores.

Y otra cosita: no hay más que leer la mayoría de los comentarios de este blog para que, queriendo o sin querer, siga con él... ¡VALE LA PENA!

PD: me voy a la siesta, jeje. Sabía que ganaría. Aunque... echo de menos encuentas de otro tipo; usted me entiende.

Anónimo dijo...

De acuerdo con Sunsi: la entrada de hoy es cortita y muy jugosa, y da para mucho.
Estoy de acuerdo con todos los comentarios. Voy 1º a lo positivo: No hay nada en este mundo comparable a lo que uno recibe de un sacerdote: "escuchar en silencio tratando de entender al que habla", y tan desinteresadamente. Nunca podremos agradecérselo bastante a Dios.
Y me encanta pensar que, en otro orden, también nosotros hacemos mucho bien sin darnos cuenta (en la línea de lo que dice "Nuevepornueve).

En cuanto al aspecto negativo creo que podemos hacer mucho daño cuando no estamos atentos a los demás, pendientes de ellos... Vamos tan deprisa a lo nuestro que "miramos" poco. Es muy fácil decir "lo siento". ¿Cómo se puede creer cuando se repite la frase sin parar. Y lo peor, hay personas (¡pobres!) que son incapaces de disculparse, de pedir perdón cuando ofenden.

Enrique Monasterio dijo...

Sois todos la mar de exigentes. O sea que sois jóvenes. Me identifico con mi amiga nuevepornueve. Es estupendo pesar que uno, sin querer, puede hacer muchas cosas buenas.
Por lo demás, ¿quién te ha dicho, Sunsi, que los adultos tenemos más control de nuestros actos...etc.?
Yo cada día tengo más despistes. Ayer perdí el teléfono y lo encontré debajo de la almohada. ¿Por qué lo puse allí? Misterio. En todo caso fue sin querer.
Por cierto, ¿qué os parece la foto del perro y el niño cada uno con su monóculo?

Amaia dijo...

Lo que escribes me gusta mucho, pero lo que más me "alucina" son las fotos que pones en cada caso. Esta, como muchas otras es muy chula. Todavía me acuerdo de una que pusiste muy al principio de uno o dos monos con una sonrisa escandalosa. Creo que escribías sobre la felicidad y yo comenté que me encantaba la foto. Voy a ver si lo encuentro.
Besos!!

Anónimo dijo...

Don Enrique, lo del control de nuestros actos, la verdad, no me lo ha dicho nadie. Es lo que observo en la gente que intenta ser un poco mejor cada día y procura hacer feliz a los demás. No me refería a estos actos como el que usted dice del teléfono...
Va más en la línea de morderse la lengua para no herir, luchar contra el malhumor...

A lo mejor yo lo he interpretado así porque éste es mi punto flaco y tengo un genio que me cuesta controlar. Y sé que si no lucho lo hago pasar mal y puedo hacer daño. Y luego pides perdón, pero ahí queda el rasguño.

Creo que de cada entrada que usted escribe hay muchas interpretaciones.En el fondo, cada uno se aplica lo que más necesita en cada momento y según dónde le aprieta el zapato.

Muy chula la foto.

Anónimo dijo...

La foto es total. La he tenido que ver de nuevo porque lo del monóculo me ha despistado. A veces me encuentro el bote de Nocilla abierto y con una cuchara dentro. Y Lucas (5 años) mirando para otro lado con un buen mostacho de chocolate. La verdad es que los niños son estupendos. A Pablo(11) le llamamos Mr. Accident. Todo lo que hace mal es un accidente. Incluso los empujones a sus hermanos....

Anónimo dijo...

Es un comentario muy bonito. La disculpa "ha sido sin querer" es aceptable en un niño, pero no en un adulto. ¿Por qué? Sin ser psicológico, más que por gramática parda, creo que los niños sólo comprenden dos actitudes posibles en su conducta: "queriendo" y "sin querer". La actitud intermedia, que es "por ignorancia, imprudencia, o descuido", va apareciendo conforme al niño que va creciendo se le cargan de obligaciones y deberes.

Si al niño de la foto se le ha advertido, un rato antes: ¡Vigila que no escape el perro!", el niño adoptará una actitud seria de vigilancia, y si el perro se le escapa, correrá a avisar a un adulto. Pero si no avisa, no podrá excusarse más tarde que el perro se le escapó "sin querer".

Perdón si me he enrrollado, ¡ha sido sin querer!