sábado, 21 de febrero de 2009

Demasiadas aves


Antes de regresar a Madrid desde Valencia pasé por la Albufera. Me había dicho un amigo que había más aves que nunca y, en efecto, aquello parecía una invasión. No sabía a dónde mirar: gaviotas, charranes, cormoranes, garzas, reales garcillas, azulones, zampullines, somormujos, fochas, porrones, chorlitos, cigüeñuelas, aguiluchos laguneros y docenas de carriceros de todas las especies.

Los pajareros entenderán mi angustia ante semejante espectáculo. Descubrir un ejemplar insólito a base de paciencia y esfuerzo resulta apasionante; pero si de pronto uno se encuentra rodeado de toda la avifauna ibérica, dan ganas de llorar o de salir corriendo. Algo parecido me ocurrió en Doñana cuando mi amigo Lucas me invitó a dar un paseo en jeep por el parque hace ya muchos años.

Los pajareros somos buscadores de tesoros escondidos. Yo me he levantado a las cinco de la madrugada sólo para ver amanecer a un águila real en su nido con los primeros rayos del sol. Y he trasnochado un día y otro para tratar de localizar, en vano, el posadero de un búho real. Aún no he conseguido a sorprender a un urogallo en el monte y espiar en silencio su canto, pero todo se andará. Lo importante es la conquista, la lucha por alcanzar la meta aunque no se logre.

Prefiero una medalla de bronce ganada a pulso en una carrera de pueblo a toda una colección de medallas de oro robadas de un almacén.

Supongo que esto es una parábola de algo. No lo sé. Hoy no tengo tiempo de buscar moralejas. Tal vez mañana.



6 comentarios:

pepito dijo...

Buenos dias señor Enrique.
He leído su post y unos cuantos anteriores...
Mas vale pájaro en tierra que en la cabeza... ¿No rima? bueno otro dia será...
Espero volver a verle por aquí.

Saludos mañaneros.

Anónimo dijo...

D.Enrique lo que hoy nos cuenta es una parábola de las mejores,es más para mi es un decálogo para practicar grandes virtudes:
El trabajo,la paciencia,la perseverancia,la fidelidad,el amor a la naturaleza (creada por DIOS),la alegria de ser hijo de Dios al contemplar semejante espectáculo....
Es un gran comienzo para el sábado!!
GRACIAS

Anónimo dijo...

O sea, que si de repente nos topamos con lo más grande, luminoso y espectacular, no tiene gracia porque no lo hemos buscado o no nos ha costado esfuerzo. Pues yo no lo entiendo.

Juanma Suárez dijo...

PIERRE, recuerda que "el espíritu sopla donde quiere", y las casualidades también forman parte de lo maravilloso. Supongo que don Enrique se refiere más a las cosas por las que luchamos, que más vale trabajárselas que no conseguirlas por la vía fácil (si es que la hay).

En cuanto a usted, don Enrique, sólo un pequeño matiz, si me lo permite: el coto es de "Doñana". Sí es cierto que se denominaba "de doña Ana" por la hija de la princesa de Éboli, pero ya nos conoce a los andaluces y nuestro ahorro lingüístico..., y para una cosa que nos conceden...

Enrique Monasterio dijo...

Gracias, Juanma. Ya lo he corregido.

Anónimo dijo...

No soy pajarero pero le entiendo. Yo anhelo asistir al parto de las ciervas.