lunes, 9 de febrero de 2009

Descubrimientos y tentaciones


Estas mañanas frías de Madrid con un viento helado que revitaliza el cutis, son una invitación a pasear. Ya sé que no estáis de acuerdo, pero me importa poco. Me he puesto los zapatos mágicos y vuelo por el asfalto.

Desde el final de Lagasca hasta mi casa hay tres cuartos de hora de marcha rápida. Busco el Paseo de la Castellana bajando a galope por General Oraa, cuando mis zapatos frenan bruscamente a la altura del número 24. Allí está la librería "Pérgamo" con un escaparate increíble: no hay ni un solo best seller. Sólo literatura de calidad: poesía, novela, ensayo... Clásicos de todas las edades.

Yo tengo prisa, pero mis zapatos no. En un minuto me encuentro en el interior de la tienda. Hay una mujer sentada con las gafas en la punta de la nariz. Está ojeando un par de libros antiguos. Levanta la cabeza y me sonríe:

-¿Puedo ayudarle?

Contemplo las estanterías repletas de libros hasta el techo, que se prolongan al fondo por un largo pasillo oscuro. Aspiro el aroma dulce e inconfundible de las antiguas librerías. Comprueblo que se trata de de un establecimiento vivo, no de un depósito de cadáveres. No hay una mota de polvo y cada libro está donde debe estar.

La señora sigue mirándome sonriente.

-Esto parece una librería de verdad...

-Sí -me contesta-. Ya sé que es raro, pero a mí me gusta ser librera, no vendedora de cualquier cosa.

-He visto en el escaparate un libro de Muñoz Rojas.

-Sí. Ha salido en Navidad. Es su obra poética completa. ¿Le interesa? Es un gran poeta que va a cumplir 100 años dentro de unos meses: comienza a vivir una madurez floreciente.

Veinte minutos después salgo de la librería con la obra completa en verso de Muñoz Rojas. La propietaria del local me ha pedido que "caiga en la tentación" de regresar.

-Yo puedo ser su librera..., si me lo permite.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

No tiene usted remedio,pero vale la pena "caer en la tentacion" por un buen libro.
no conozco esa libreria pero paso muy cerca muchos dias,me parare y por supuesto pienso "caer el tentacion"
GRACIAS

Isa dijo...

La verdad es que da gusto encontrarse librerías así, de las que ya quedan pocas; sin montones de bests sellers vacíos de contenido y de estilo literario, y de mucho más.
Yo soy amante de los libros antiguos, aunque debería leer más, lo reconozco, pero me lío...y eso que soy de clásicas...

Qué suerte haber adquirido ese libro...disfrútelo.

Un saludo, Isabel.

Anónimo dijo...

Hoy Don Enrique, me pide el cuerpo invadir su blog para pedir una oracion por Eluana. Pero sabe? no me cabe duda de que ella ya descansa al lado del Padre.
Pienso que es mejor pedir una oracion para que todos estos medicos, toda esta sociedad, ese padre ha retirado la alimentacion a su hija... Para que el Espíritu los ilumine, para que entiendan la grandeza de la vida, para que busquen el perdon...
Si, creo que rezaré por Eluana, pero creo rezaré el doble por los médicos y la familia

Almu dijo...

Gracias, yo soy librera y me ha encantado que alguien como usted diga que una librería no es una tienda de libros. Para consumir historias, que ayuden a matar el tiempo, sólo es necesario ponerlas con una portada, que llame la atención, en grandes pilas en un centro comercial. Al igual que se hace con una atractiva caja de galletas o una oferta de refrescos. Después a la caja, y a pagarlo junto con la leche, el tomate, el champú...En una librería las personas se encuentran a sí mismas. Nos ayudan a descubrir un sentimiento al que nunca supimos como llamar, o una frase que no sabremos repetir con exactitud en una conversación. En una librería nos tropezamos con libros, de los que dan sosiego, emoción, libertad. Algo que nos ayuda a ver la vida en pantalla grande a todo color, y banda sonora en estereo.

Ave del Paraíso dijo...

Buenos días D. Enrique: yo también vuelo por el asfalto. Suelo correr casi todos los días, unas veces por el parque del Retiro y otras desde mi casa hasta el Retiro y viceversa. Es maravilloso sentir esa sensación de libertad, ya sea paseando, corriendo o montando en bicicleta. De esta manera, se descubren un montón de calles y lugares interesantes, además de uno sentirse más amigo del camino que recorre. No conozco la librería Pérgamo pero me acercaré un día de éstos, sobre todo para disfrutar del interior de la tienda y aspirar ese aroma dulce e inconfundible que describe tan bien de las antiguas librerías.

El sábado pasado estuve en la Casa del Libro. Iba buscando varios libros de poesía de José A. Valente, Rainer Maria Rilke, Ángel González y José A. Muñoz Rojas. Finalmente, compré un poco de todos y por supuesto la obra completa en verso de Muñoz Rojas.

Y con éste poema de Muñoz Rojas me despido:

Hay una voz presente que me pide lo escriba,
hay una voz lejana que sabido lo tiene.
Lo que el poeta dice de lo hondo le viene,
lo sabe la lejana, lo dice la voz viva.

Escrito está el mensaje, ¿Habrá quien lo reciba?
Siempre habrá quien reciba lo que en lo hondo suene.
La voz oye el poeta. La mano lo detiene.
Escucha. Suena dentro. Palabra es fugitiva.

Palabra es fugitiva, por eso siempre queda
la música en el aire y la canción al viento.
Amiga, el tiempo es agua, y el poeta es un río.

Amiga que me escuchas mientras el verso rueda,
no hay verso sin oído, palabra sin aliento;
a ti, amiga, va el verso, no sé si tuyo o mío.

Bernardo dijo...

La entrada es de febrero, y ya es septiembre.

Anoche falleció José Antonio Muñoz Rojas en Antequera, a la edad de noventa y nueve años.

Descanse en paz.