jueves, 5 de febrero de 2009

Adoro te devote (II)


Hoy también, como el jueves pasado, hago la oración frente al Sagrario abierto mirando el copón dorado y meditando el “Adoro te Devote”, un himno que quizá escribió Santo Tomás o quizá no, pero que, en todo caso, ya es mío, porque lo he ido creando y recreando cada jueves desde hace más de cuarenta años.

Adoro te…

Me fijo en ese pronombre, “te”: te adoro a ti… He leído que sobra, que hay una sílaba de más en el primer verso y chirría la métrica por culpa precisamente de esa palabra.

Sin embargo a mí me resulta imprescindible. Si estuviese solo en el oratorio, al decir “te” extendería la mano para señalar el copón donde se guardan las formas consagradas.

—A ti, Señor, a ti, que estás a dos metros, tan sólido y concreto que asusta pensarlo. No adoro a un Dios abstracto, lejano y etéreo. Sabemos que eres infinito, inmenso, inmutable, incomprehensible; pero has querido estar al alcance de mi vista y de mi corazón.

Un obispo africano me dijo hace muchos años:

—Jesús instituyó la Eucaristía pensando en África. Los africanos necesitamos ver, tocar, palpar… Vivimos de los sentidos. Por eso somos un poco idólatras. No somos capaces de pensar en un Dios demasiado grande; queremos verlo pequeño. Y Jesús, que lo sabía, nos dejó la Hostia Santa para que la adoremos.

Recuerdo cómo se reía mientras bromeaba con lo que él llamaba la “idolatría” de los de su pueblo y de su tribu. Yo le hice ver que, en ese sentido, todos somos “idólatras”. El mismo San Juan lo dijo en su primera carta: “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos tocando al Verbo de la vida…” El Apóstol sentía el escalofrío de saber que había tocado con sus manos al mismo Dios.

Si por un momento todas las estrellas del Cielo, los millones de galaxias que pueblan el firmamento se concentraran en un punto, sería un milagro mucho más pequeño que éste. Y si toda la historia de los hombres, desde el primer minuto hasta el final de los tiempos, se hiciese presente hoy y ahora, apenas sería nada en comparación con este Dios Infinito que se ha encerrado en un copón.

Adoro te…!

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también le adoro. Me encantan sus comentarios, nos hacen llegar mas dentro de las cosas. Siga dejándose llevar por El, nosotros le seguimos.

Anónimo dijo...

D.ENRIQUE,NO SE QUE CONTESTARLE, ME HA DEJADO LA ENTRADA DE HOY EMOCIONADA.
HOY NO HE HECHO YO LA ORACION DELANTE DE JESUS SACRAMENTADO COMO TODAS MIS MAÑANAS DESPUES DE DEJAR A MIS HIJOS EN EL COLE.
AHORA COMPRENDO PORQUE ESTOY MAL,INQUIETA,DESASOSEGADA ANTE LOS MIL PROBLEMAS QUE HAY QUE RESOLVER.
ME FALTA ESO "ADORO TE DEVOTE"

Anónimo dijo...

D. Enrique me puede decir porque hacen la Adoracion al Santisimo en jueves.
Gracias.

eligelavida dijo...

¿No cree Vd. que habría que animar a los católicos a comulgar con más frecuencia? Me pregunto si los que van a Misa los domingos “entienden” de verdad que la Comunión es una unión íntima con Cristo, el antídoto de la inmortalidad (que decía un santo que no recuerdo). Ya sabemos que Dios está en todas partes, pero aquí está de una forma misteriosamente corporal, podemos verlo, tocarlo, comerlo. Habría que decirle a nuestros amigos lo que le decimos a nuestros hijos cuando queremos que crezcan fuertes y sanos: “come, come, come!”

El caso es que cuando se “entiende” de verdad lo qué es la Santa Misa, no es posible dejarla, e ir sólo los domingos es como muy raquítico. Cuando una persona se enamora, echa de menos al ser amado, quiere estar siempre con él, y pudiendo estarlo, ¿Por qué estar sólo los domingos?

Anónimo dijo...

...latens deitas...

Siempre que rezo el Adoro te devote, me admiro: ¡Verdaderamente eres un Dios escondido, Dios de Israel! (creo que lo dice Isaías 48 o 49, aunque no estoy segura). Se esconde continuamente, está, pero escondido. Se esconde para unos, pero para otros se nos muestra con claridad, sin tapujos. ¿Por qué? Maravilloso e inagotable himno eucarístico, que hay que paladear despacio cada jueves.
Gracias.

PS Por cierto, ni siquiera ampliada, consigo descifrar exactamente la fotografía. Parece una piedra manchada de sangre eso que aparece, ¿no?

Enrique Monasterio dijo...

Te aseguro, Verónica que yo tampoco sé qué representa la fotografía. La elegí porque me pareció sugerente y bella.

Anónimo: ya sabes que, desde tiempo inmemorial, la Iglesia dedica los jueves a la Eucaristía, como recuerdo del Jueves Santo. En la Obra hay algunas costumbres eucarísticas asociadas a esta devoción. Por ejemplo, el rezo del Adoro te devote.

Anónimo dijo...

Don Enrique, si quiere disfrutar de verdad, le recomiendo que lea el cuento de Flannery O'Connor (q.D.g), titulado "Un templo del Espíritu Santo", y que termina con una de las más bellas metáforas sobre que yo recuerdo: ese sol eucarístico desgajándose en la línea del horizonte, y que va dejando al ocultarse un reguero de sangre entre el cielo y la tierra...

Cuando vi la indescifrable foto me acordé de Flannery y de su cuento. Es lo que tiene el Arte.

Anónimo dijo...

D. Enrique me podría explicar que significan exactamente las palabras: "Adoro Te Devote"?

Mil gracias.

Anónimo dijo...

D. Enrique solo le escrivia para agradecerle todo lo que escribe.
Me ayuda a entender mejor esta oración pues la rezo cada día después de misa y salgo de allí con una paz inexplicable.
Mil gracias.

Anónimo dijo...

D. Enrique solo le escrivia para agradecerle todo lo que escribe.
Me ayuda a entender mejor esta oración pues la rezo cada día después de misa y salgo de allí con una paz inexplicable.
Mil gracias.