jueves, 30 de abril de 2009

Así empezó todo


Gracias, Andrea.



Para qué sirve un colegio

Redacté este artículo hace bastantes años y tuvo cierto éxito. Ahora anda por la red más o menos mutilado. Recuerdo muy bien las circunstancias que lo originaron: una cría de nueve años, enfurecida con su profe por alguna razón que ni ella ni yo recordamos, vino a verme a la capellanía y después de exponerme sus quejas, concluyó: —¡Para qué sirve el colegio, a ver! Era una pregunta retórica, pero me dio pie para escribir después lo que sigue:
—El colegio debe servir para aprender leer, a escribir, a hablar, a pensar, a rezar, a amar y a contemplar. —¿Sólo eso? Saber leer no es recorrer las líneas de un texto o tartamudearlo en voz alta. Tampoco se trata de dramatizarlo, como dijo alguna ministra, ni de rumiarlo con gesto ceñudo. Es sólo sintonizar con el pensamiento del que escribe. ¿Cuántos adultos creéis que estarían en condiciones de leer en voz baja un párrafo sencillo, digamos de veinte líneas, y a continuación explicar con precisión su contenido? Haced la prueba, y comprobaréis que la mayor parte de los cursos de técnicas de estudio podrían sustituirse por simples clases de lectura. Saber escribir no equivale a manejar un procesador de textos. En la era del ordenador, muchos universitarios presentan sus trabajos la mar de emperifollados y casi sin erratas; pero redactan como analfabetos. Escribir es encontrar el vocablo justo para el momento justo; es dejar en el papel una huella dolorida, alegre, melancólica, airada o cínica; pero en todo caso auténtica. O, simplemente, saber contar en diez líneas cómo es esta habitación. ¿Por qué no lo intentas, Rocío? —Vale, pues…, es blanca… Saber pensar tampoco es sencillo. El problema reside en que pensamos con conceptos, y los conceptos están unidos a las palabras. Ahora dicen que vivimos en la civilización de la imagen. Se nos pasará pronto, porque con imágenes no se piensa. La imagen es agresiva, elemental, plana; fomenta la pereza, conmueve, pero no dialoga… Las imágenes necesitan de las palabras para tener sentido. Sin ellas no son nada. La palabra, en cambio, llega al fondo del espíritu, llama a la reflexión y al trabajo, excita la inteligencia y demanda respuestas, emplaza al diálogo. Una palabra vale más que mil imágenes. Cada día manejamos menos vocablos. Eso significa que el pensamiento se empobrece, que somos más manipulables. Saber hablar casi es lo mismo. Quien no sabe decir lo que piensa, lo más probable es que no piense. Hay libros que enseñan a perorar en público; pero ninguna técnica sirve para decir algo cuando el cerebro está vacío, o para poner en orden un cacumen embrollado. En todo caso sí que hacen falta clases de expresión oral, o como quiera que se las llame, porque la máquina que Dios nos ha dado para pensar, se alimenta y lubrica con palabras. Un vocabulario bien nutrido y un cierto arte en el manejo del lenguaje pueden bastar para ponerla en marcha. Pero hablar es sobre todo comunicarse con el prójimo: tener engrasadas las entendederas y las explicaderas; estar en condiciones de transmitir, boca a boca, ideas, sentimientos, afectos y desafectos, alegrías y dolores. Por medio de la palabra uno aprende a ser persona; sin ella no somos capaces de amar. Saber amar, sin embargo, es algo más. San Juan lo escribe en su primera carta: hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y de verdad. Difícil asignatura. Y es que los niños no aman, se apegan. Los adolescentes, más que amar, se enamoran, que no es lo mismo. Y sólo cuando matan el pavo y se lo comen están en condiciones de entregarse, de desvivirse, con ternura y dolor, con pasión y generosidad: eso es amor. En estos últimos años muchos padres y casi todos los colegios parecen haber renunciado a educar la afectividad de los niños. Quizá suponen que lo sano es dejarla a la intemperie, para que se exprese indiscriminada y hemorrágicamente. O quizá han delegado en la tele tan ardua tarea. El caso es que el Planeta está llenando de adolescentes crónicos, super precoces en lo sexual e inmaduros en el amor. Saber rezar es tener el corazón abierto y los oídos limpios para escuchar al Señor. Es también dejar un sí al borde mismo de los labios para que se nos escape sin querer. Rezar es entrar en la órbita de Dios y compartir la intimidad con Él. No hay forma más elevada de comunicación y de amor. Quien no haya rezado nunca, casi no es humano. Por eso un colegio que no fomente la oración, no educa: mutila y deforma. Y, por último, saber contemplar. Es la asignatura más importante. El Cielo será contemplación, y la tierra también puede serlo. Si enseñáramos a los niños a ver un cuadro o un paisaje; a gozar con una tormenta, un poema, un atardecer o una melodía; a mirar a los ojos de los amigos y de las amigas; a enamorarse de la belleza más que de la exuberancia metabólica del prójimo, ¡ay, si lográramos todo eso…! 
—¿Sólo eso?
—Bueno, si da tiempo, también matemáticas.

miércoles, 29 de abril de 2009

Belén responde



En mi entrada sobre la Misa de acción de gracias que celebramoss en Aldeafuente, Belén, la protagonista de esta historia -que muy pronto ingresará en la congregación que fundó la Madre Teresa de Calcuta-, acaba de dejar un comentario: Éste que ahora reproduzco.

¡GRA
CIAS, Don Enrique! Le estoy descubriendo, y eso que le conozco desde hace ya mucho... pero no deja de sorprenderme.

Muchísimas gracias a todos por vuestras oraciones, y sabed que contáis con las mías; Cada día desde ahora y para siempre rezo por las personas q rezan por mí. Me suena un poco impersonal, pero la comunión de los santos nos permite rezar mucho unos por otros sin conocernos siquiera, ¡QUÉ MISTERIO TAN GRANDE!

Yo no soy todas esas cosas que decís... ¡¡¡pero eso es lo más fuerte!!! SÓLO PUEDE VENIR DE DIOS LA GRACIA DE RESPONDERLE SÍ, COMO LA VIRGEN. Yo por mí misma no soy capaz de nada. Así que: enhorabuena a Él, que ha hecho el milagro. Y también a mis padres, que me lo han dado casi todo, a Aldeafuente, que ha hecho el resto... y a tanta gente que me ha ayudado y me ayuda.

Un abrazo a todos, y seguiremos en contacto vía internet o... la vía que Dios quiera.

Nueva encuesta.




Faltan
tres días para el partido del siglo de esta semana. Es necesario, por tanto, pulsar la opinión de los librepensadores de este blog. ¿Qué pasará?

A la izquierda tenéis la consulta.

martes, 28 de abril de 2009

Lágrimas rosas


Raquel, la mendiga presumida de la que ya hablé hace meses, está sentada sobre el capó de un coche en la calle Lagasca. Va vestida con un pantalón vaquero rosa y un jersey del mismo color. Tiene en las manos un montón de papeles que mira y remira con cierta ansiedad. Yo no me percato de que es ella hasta llegar casi a su altura. Es que además estrena un peinado nuevo, un piercing en la nariz y unas lágrimas que parecen auténticas.

—¡Raquel…!

—Hola, Padre.

—Te has puesto muy elegante. Pareces la Pantera rosa. ¿Dónde está tu niño?

Raquel se ríe con sus dientes destrozados. Luego se queda seria.

—Me lo han quitado los del Ayuntamiento y lo tienen en el sitio ese…, donde se guarda a los niños para que no pidamos con ellos.

—Eso está bien —le digo—. Así no estará en la calle. Ellos te lo cuidarán. Lo recoges por la noche, ¿no?

Raquel no contesta, se limpia la nariz con la manga y me enseña los papeles.

—Me han dicho que denuncie a mi…, a mi pareja.

—¿Qué ha pasado?

—Ha salido de la cárcel y nos ha pegado.

—¿Al niño también?

—Sí.

Me enseña los papeles. Al parecer alguien le ha redactado una denuncia en toda regla y sólo falta la firma de la denunciante.

—¿Quién te ha escrito esto?

—Un guardia amigo mío.

Empieza a llover y abro el paraguas, que es grande y nos cubre por completo. Le aconsejo que tramite la denuncia y ella se pone a llorar. Las lágrimas se confunden con la lluvia y resbalan hasta el jersey rosa. Saco un pañuelo de papel.

—¡Es que no quiero que le hagan nada…!

Antes de seguir mi camino le ofrezco un euro, pero lo rechaza:

—Hoy no. Otro día, cuando esté el niño.

lunes, 27 de abril de 2009

Sei grande, Italia!

Esto no es publicidad, aunque sea lunes



Gracias, Piku

Los lunes, publicidad

Los móviles, agendas multiuso y otros juguetes para adultos empiezan a utilizar técnicas de marketing que parecen dirigidas a captar a compradores adolescentes. De todas formas el anuncio mola mazo y seguro que el juguetito también.






Este otro anuncio parece antiguo, pero tiene gracia. Y, con la llegada del calor resulta muy oportuno



domingo, 26 de abril de 2009

Soluciones para la crisis



La crisis se nota poco en el Barrio de Salamanca. Ayer, sábado, las tiendas de chuches para adultos estaban tan abarrotadas como de costumbre.

Esta mañana, antes de entrar en el centro donde voy a predicar el retiro, caigo en la cuenta de que he olvidado en casa el guión de la meditación.

Improvisar se me da bien, la verdad; pero necesito un punto de partida, algo que me sirva de arranque para hablar de la virtud del desprendimiento, que es lo que toca. Levanto la vista. El escaparate de la Confitería Mallorca luce esplendoroso. Hay unas tartas de colores que, para alguien que necesita perder peso, como yo, son pornografía de la peor especie. Junto a las tartas han puesto un letrero en el cristal:

"Tu postre no lo compartas con nadie". Saco una foto con el teléfono: a esto se le llama "educar en valores". ¿O será una medida más contra la crisis?


Emilio Nadal


Me hablas de morir «heroicamente». —¿No crees que es más «heroico» morir inadvertido en una buena cama, como un burgués..., pero de mal de Amor? (Camino, 743).

Ayer, a primera hora de la tarde, falleció en Madrid Emilio Nadal. Era médico; fue director del Colegio Mayor Ayete en San Sebastián, y trabajó como Delegado de Estudios en la Comisión regional del Opus Dei en España durante muchos años. En el mes de junio de 2008 fue operado de un tumor cerebral que los médicos sólo pudieron extirpar en parte. El pronóstico era muy malo: seis meses, dijeron.

Emilio tenía prisa. Sabía que la vida se le escapaba y quería aprovechar cada minuto, cada segundo, para ponerlos al servicio de Dios y de los demás. Los que le trataron en los últimos meses coincidían en que era un hombre feliz, entusiasta, que animaba a los que iba a visitarle.

Trabajó hasta que no pudo más. Recibió la Comunión hasta el último día. Ayer y hoy han velado su cadáver cientos de personas. Esta tarde recibirá sepultura en el Cementerio de la Almudena. Yo a esa hora estaré predicando la última meditación del retiro. Hablaré de lo que toca: "magnanimidad y fortaleza". Y pensaré en Emilio.


sábado, 25 de abril de 2009

Un carpintero de la EMT

Hubo un ministro en España que se llamó Julián Campo. Me temo que pasó sin pena ni gloria a pesar de que ocupó durante algún tiempo una cartera muy lucida, la de Obras Públicas. Formó parte del primer gobierno socialista, allá por los años 80.

Éste que os presento hoy también hace obras públicas. Trabaja como carpintero en la Empresa Municipal de Transportes de Madrid. Y se llama casi igual que el otro: Julián Campos.

Misa de acción de gracias, que no de despedida

Belén

Hablé de Belén aquí hace unos días. Dentro de muy poco ingresará en la congregación de las Misioneras de la Caridad. Ayer, a las 8 de la tarde, nos encontramos en Aldeafuente de nuevo para celebrarlo.

Estaba previsto que me distrajera durante la homilía. La culpa no fue de Belén, que, con una sonrisa de oreja a oreja, asentía a todo lo que yo iba diciendo, sino de sus amigas, que llegaron a la Misa de acción de gracias un pelín tarde y, aunque estuvieron muy atentas, contribuyeron a que yo perdiera el hilo. Estaba hablando de la estrella que se le metió en el ojo a Simeón y de pronto descubro que aquella pequeñaja morena de la segunda fila era Sofía y que a su izquierda estaba Sonsoles. Y aquella jovencita con cara de bachillerato no era una antigua alumna, sino Chelo, una profesora de mis tiempos de Aldeafuente…

Luego llegó la cena de despedida, los besos, los abrazos… Enrique y Pilar, los padres de Belén, se mantuvieron en un discreto segundo plano. A Enrique lo vi emocionado, con los ojos húmedos y pocas ganas de charlar. De hecho, desapareció al terminar la Misa. Me habría gustado darle la enhorabuena y decirle que no perdía una hija, sino que la ganaba para siempre; que la vocación de Belén era un premio para él y para toda la Iglesia; que había sido muy generoso, pero que Dios no se dejaría ganar en generosidad.

Él lo sabe, por supuesto.


Begoña, la presidenta
de la Asociación de Antiguas siempre
ha tenido una voz profunda y bien modulada

viernes, 24 de abril de 2009

Un mensaje de la Corona

Premio Ortega y Gasset de periodismo

Esta foto, tan conocida, del rey Juan Carlos con Adolfo Suárez fue tomada el año pasado por Adolfo Suárez Illana, hijo mayor del ex presidente del Gobierno, y ayer fue galardonada con el premio Ortega y Gasset de periodismo a la mejor información gráfica.

Siempre he sostenido que no es verdad eso que se dice, que "una imagen vale más que mil palabras". Sin embargo, al contemplar esta fotografía creo que debo rectificar en parte: sí, hay imágenes tan elocuentes que no necesitan comentaristas ni traductores.

La que tengo delante habla de amistad, de un cariño genuino y magnánimo, del agradecimiento de un rey que se convierte en compañero, en hermano, y lo expresa en un abrazo lleno de ternura.

Recuerdo que, cuando la vi por primera vez, pensé en los enfermos, especialmente en aquellos que ni siquiera están en condiciones de corresponder con palabras al afecto de sus cuidadores. Y el abrazo de don Juan Carlos me pareció mucho más expresivo y convincente que un discurso de la Corona. No me hice ninguna consideración política; no pensé en la transición, ni en la crisis, ni en las dos Españas reconciliadas.

Ahora pienso que la foto habla también del fotógrafo: un testigo discreto que levanta acta del instante, como pidiendo perdón por asomarse un poco -muy poco, es cierto- a la intimidad de dos viejos amigos que ya no necesitan las palabras para expresar su amistad.

¿Por qué me vienen a la memoria aquellos versos de Miguel Hernández...?:

A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.



jueves, 23 de abril de 2009

La crisis

Esto es lo que pensaba Einstein sobre la crisis. Lo leí y lo copié en un blog de mi barrio: el de Adolfo Suárez Illana. Si hacéis clic sobre la imagen lo leeréis mejor.

miércoles, 22 de abril de 2009

Querida Belén...




Llegaste ayer a las tres de la tarde para darme la noticia: después algunos años de dudas y de preparación, has decidido ingresar en la Congregación de las Misioneras de la Caridad.

Comprenderás mi ilusión y mi sorpresa. ¿Desde cuándo no te veía? Resulta que estás a punto de acabar la carrera de Medicina, y yo tengo ahora mismo en la mano el recordatorio de tu Primera Comunión. Ésa es la carita que conservaba en mi memoria, la de aquel día, ¿te acuerdas?, cuando me inventé para vosotras el cuento de Simeón, el niño al que se le metió una estrella en el ojo.

Acabo de repasar la lista de tu clase. Fue una añada espléndida. Todas, sin excepción habéis salido buenas, listas y guapas.

Pasado mañana tendréis una fiesta de despedida y yo os celebraré la Misa en Aldeafuente. Creo que volveré a contaros el mismo cuento de entonces con la esperanza de que alguna más descubra también su estrella.

Ya veremos lo que escribo el sábado.

En 6 minutos, la vida de Carlota

Hace algunos meses puse aquí mismo otro vídeo de Carlota. Éste sólo dura 6 minutos y vale la pena. Me lo envía Filiberto.





martes, 21 de abril de 2009

Cinco días, catorce semanas, nueve meses



Copio el último párrafo de "la tercera" de ABC de hoy mismo. César Nombela, catedrático de la Universidad Complutense publica un gran artículo. No hace literatura; no califica ni descalifica a nadie. Escribe con la frialdad y la claridad de un científico y de un profesor.

La vida humana es un proceso continuo, desde la concepción hasta la muerte. Limitar el derecho a vivir a haber superado catorce semanas de desarrollo fetal carece de justificación; ¿por qué no ocho o dieciséis? La evidencia científica también puede fundamentar el imprescindible salto a unos valores, en los que la consideración de los derechos de todos, la igualdad de todos los seres humanos desde el inicio de su existencia, cobra un sentido completo. El aborto provocado supone dar fin a una vida humana, causando farmacológica o mecánicamente la muerte del feto, además de interrumpir el proceso de comunicación feto-madre. Muchos se podrán resistir a darle valor a esta etapa del desarrollo humano, justificando una libertad total para acabar con ella. Otros llamamos la atención de la sociedad sobre lo importante que es la defensa de la vida del ser humano en todas sus etapas. ¿Pueden los datos de la Ciencia tomarse como base de una actitud neutral? A mi juicio, la respuesta es no.

César Nombela
(ABC, 21 de abril de 2009)

En el 4º aniversario de la elección de Benedicto XVI.


Eran las seis menos diez de la tarde del martes 19 de abril de 2005 cuando apareció en el cielo de Roma la esperada fumata blanca. El cónclave había comenzado sólo un día antes. A las 17,25 del lunes 18, el arzobispo Piero Marini, tras la ceremonia del juramento de los 115 cardenales electores, había pronunciado el “extra omnes” en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano.

Veinticuatro horas más tarde, el Santo Padre Benedicto XVI, precedido por la Cruz, se asomó a la loggia exterior de la basílica para saludar a la multitud e impartir la bendición apostólica a la ciudad y al mundo.

Antes, el nuevo Pontífice dirigió estas palabras a los fieles:

Queridos hermanos y hermanas: Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido, a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con herramientas insuficientes, y sobre todo me confío a vuestras oraciones. En la alegría del Señor Resucitado, confiados en su ayuda permanente, prosigamos. El Señor nos ayudará y María, su Madre Santísima, estará a nuestro lado. Gracias.

Los que conocían a Joseph Ratzinger sabían bien que llegaba a la cátedra de Pedro una de las cabezas más lúcidas de Europa, un teólogo de enorme talento, un pastor abnegado y trabajador, un sacerdote fiel y humilde, un espíritu sensible, acogedor y dialogante. Y, sobre todo, un hombre de fe.

Joseph Ratzinger siempre pensó con ilusión en su retiro. Suponía que, tras la muerte de Juan Pablo II, al fin podría regresar a su tierra para descansar, gozar de la música, estudiar y concluir la obra de su vida: el “Jesús de Nazaret”. Pero Dios tenía otros planes.

Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Yo querría que leyerais este espléndido artículo de García-Noblejas, y que todos los lectores de mi blog hiciésemos el propósito de rezar por el Papa, de venerar al Papa, de hablar con afecto del Papa.

Y es que, frente a los insultos, infamias y descalificaciones de quienes le atacan, el Santo Padre no se defiende, ni se querella. Es el blanco perfecto como Cristo también lo fue.


lunes, 20 de abril de 2009

Los lunes, publicidad


El protagonista de este anuncio no es un actor; es un personaje real, conocido como el abuelo de Majalrayo (Guadalajara), y se hizo famoso en España hace años gracias a este anuncio lleno de originalidad y buen humor. Al parecer la publicidad tuvo éxito también desde el punto de vista comercial, porque el "Montero" se convirtió en líder de ventas en el mercado del automóvil.






domingo, 19 de abril de 2009

El fenómeno Susan Boyle



Britain's
Got Talent
es un concurso de televisión británico semejante a “Operación Triunfo”, con la diferencia de que al programa inglés acuden también candidatos a convertirse en profesionales del baile, la comedia y casi cualquier otra disciplina artística.

En la edición 2007 de este concurso, un vendedor de teléfonos móviles llamado Paul Potts sobrecogió al público, al jurado y a los espectadores de todo el mundo con su talento para la ópera. Hoy en día, Potts se ha convertido en un reconocido tenor.

Si la aparición de Potts fue una sorpresa, la de Susan Boyle, concursante de la edición de este año, es poco menos que una revelación: esta mujer de 47 años, en paro, chaparra y dicharachera, provocó las carcajadas del público y del propio jurado cuando subió al escenario.

Las risas duraron el tiempo que tardó Boyle en empezar a cantar una versión de Les Misérables. Lo que vino a partir de entonces fue, primero, estupor, y seguidamente, fascinación e incluso lágrimas de emoción suscitadas por una voz privilegiada.

Me habría gustado insertar uno de los vídeos de YouTube que ya han sido vistos por casi treinta millones de personas. No lo he conseguido: Se conoce que la televisión británica se defiende. En todo caso nadie me impide poner un enlace, Haced clic aquí y alucinad en colores.

sábado, 18 de abril de 2009

Retiro y bilocaciones varias

Llueve, y yo me he dejado el paraguas en Riaza
Desde hace cinco o seis años, durante estos días de Pascua predico un retiro de tres días en pleno centro de Madrid. Supongo que el portero del inmueble ya se habrá acostumbrado a ver cómo suben y bajan un buen grupo de mujeres mas o menos silenciosas cuatro veces al día.

Empezamos ayer y terminaré mañana por la tarde.

Si el retiro tuviese lugar en el Sierra aún sacaría tiempo para el blog. Lo malo de quedarse en Madrid es que uno tiene que hacer ejercicios de bilocación para estar en varios trabajos al mismo tiempo.

Ayer recopilé las entradas sobre el "Adoro te devote" y, después de leerlas despacio, he llegado a la conclusión de que vale la pena ampliarlas un poco y sacar un librito o un folleto. A ver si en un par de semanas o tres lo tengo listo.

Hasta mañana,

viernes, 17 de abril de 2009

La chica del sombrero verde



Hace tiempo que no la veía por aquí. Es una chiquilla de 14 ó 15 años que luce un sombrero verde, medias del mismo color y falda rosa. Suele situarse en un semáforo de la Plaza de Cuzco y hace malabarismos con cuatro pelotas de colores para arrancar unos céntimos a los automovilistas que nos detenemos allí.

Hoy ha vuelto después de una larga ausencia. Ha colocado su mochila junto a la acera y comienza el espectáculo sin dejar de sonreír ni un solo instante. Su número es brevísimo, pero lo tiene bien estudiado y, al terminar, hace una reverencia con el sombrero en la mano y se acerca corriendo a las ventanillas de los conductores.

Yo le doy un euro.

—Muchas gracias.

—Gracias a ti, por tu sonrisa.

A ella se le ilumina aún más la cara y corre hacia el siguiente automóvil.

El semáforo se pone verde. Empieza a llover. Me pregunto si la chica suspenderá su actuación. Supongo que no podrá permitirse ese lujo. Yo la encomiendo al Señor y me propongo charlar con ella un día de estos. Aunque lo mejor sería que no tenga necesidad de volver a la calle, que pueda estudiar y conserve siempre esa sonrisa.

jueves, 16 de abril de 2009

Adoro te devote (y XI)

Hay pocos manuscritos del Adoro te devote anteriores a la invención de la imprenta y no todos son plenamente concordes. A mí me gusta le edición crítica que elaboró Wilmart, cuyo final es algo distinto del tradicional. Dice así:

Iesu, quem velatum nunc aspicio,
Quando fiet illud qud tam cupio
Ut, te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae? Amen.


"Jesús, a quien ahora veo escondido, ¡Cuando ocurrirá lo que tanto deseo, que al mirar tu rostro ya descubierto, sea yo feliz viendo tu gloria! Amén."



El rostro de Cristo

Al hablar del rostro de Cristo no pienso tanto en la belleza de tus facciones como en la fuerza de tu mirada, en la luz de esos ojos que siempre han buscado los santos. Vultum tuum Domine requiram!, repetía con palabras del salmo 26 San Josemaría Escrivá.

Yo también quiero ver tu mirada, Señor. Quiero enfrentarme a ella y descubrir el amor que me entregas cada día, en cada instante.

Pero también tu mirada se oculta: latens Deitas. Mirada escondida.

Ya sé que puedo ver tu rostro velado en los ojos transparentes de los niños, en las pupilas traslúcidas de los ancianos, en el gesto aterrorizado de los perseguidos, de las mujeres maltratadas, de los torturados, de los condenados a muerte.

Sé que te escondes de nuevo para que te descubra en la mirada suplicante de los mendigos, en los ojos turbios de los alcohólicos o de los toxicómanos. Quieres que no olvide nunca que la mirada de Dios es la me hiere desde lo alto de la cruz.

Pero llegará un día en que tus ojos y mis ojos se enfrentarán desnudamente. Tu mirada de fuego abrasará las escamas que me impiden verte, Y desaparecerá toda falsedad, toda la roña que he ido acumulando en mi vida. Será un encuentro doloroso y feliz; el poder santo de tu amor me penetrará como una llama, permitiéndome ser por fin totalmente tuyo.

Vultum tuum, Domine, requiram!


miércoles, 15 de abril de 2009

El misterioso caso del cura ubicuo

Mi admirado Enrique García-Máiquez publicó hace días en su blog y también en el semanario "Alba" este artículo que ahora reproduzco. Al final, con permiso del autor, añadiré un breve estrambote.


Este clérigo no es el ubicuo.
Se trata de Alec Guinnes interpretando al Padre Brown



Uno
protesta de cuánto Chesterton ocupa los escaparates de las librerías y, sin embargo, a las primeras de cambio, no hace otra cosa que echar de menos al padre Brown. Él podría resolver el misterioso caso del famoso cura ubicuo.

Se habrán fijado ustedes. No hay heterodoxia a la que amigos, conocidos o saludados no se apunten que deje de tener todas las bendiciones de —aseveran— “un cura que yo conozco”. Según ese cura que yo jamás me he encontrado pero por lo visto tan conocido, unos amigos nuestros se consideraban dispensados de cumplir la abstinencia de los viernes de cuaresma, residuo de los siglos oscuros, explicaban, mientras le daban al jamón que luego pagaríamos entre todos. Y eso es sólo un botón de muestra. Ese cura afirma que, si hay amor, las relaciones prematrimoniales, por supuesto; que los anticonceptivos, si hay amor, valen; que los divorcios, si no hay amor, vaya, y si hay otro amor, pues claro, qué remedio. El tan amoroso clérigo ubicuo está también —me lo han contado— a favor de la fecundación in vitro, del aborto en casos puntuales, de relativizar hasta extremos anonadantes el precepto dominical, y en contra del dogma de la infalibilidad, aunque él, según creen quienes le conocen, no se equivoca nunca.

Pero ese cura archiconocido, ¿existe? ¿O se lo han inventado entre unos y otros? Tal vez no se lo hayan inventado, pero lo han rebuscado, como hace el diario El País con sus teólogos (y últimamente con sus científicos). Después de revolver por todas las sacristías de España, alguno habrá dado con alguno que le habrá dicho, o sólo a medias, o un cuarto de mitad, lo que quería; y así ha calmado su conciencia, que no calificaré de inquieta, aunque no encuentre asiento. Después la voz se ha ido corriendo y “un cura que yo conozco” es, en realidad, “el cura que parece que conoce uno que conoce un conocido mío de oídas”. En cualquier caso, no me extraña: con lo que charla el hipotético cura es lógico que no haya tenido tiempo de hojear el Catecismo de la Iglesia Católica, ni tan siquiera el Compendio.

El padre Brown, más optimista que yo, no se habría creído de esa misa la media. En “La cruz azul” desenmascara a un falso sacerdote porque habla mal de la razón y la ciencia. El padre Brown desconfiaría, con razón, de la autenticidad de alguien que ha entregado su vida por una doctrina y una fe que luego destroza. Y realmente es raro.

Hasta aquí el artículo de mi tocayo.

Yo tengo la impresión de que la moda de apelar a un cura para defender tesis más o menos descabelladas es propia de países de tradición católica, y la asumen con entusiasmo -y con una fe digna de mejor causa- personajes que querrían apartarse definitivamente de la moral cristiana, pero no tienen valor de dar el paso sin apoyarse en la autoridad de un clérigo, real o imaginario.

Debo decir, por supuesto, que yo tampoco soy el cura ubicuo, pero he oído hablar de él. Hace algunos meses, o quizá años, vaya usted a saber, sorprendí el siguiente comentario en boca de una dependienta de El Corte Inglés, que charlaba con una colega:


-Pues un cura gallego que yo conozco me ha dicho que si se te pasa el amor, lo mejor es pedir la nulidad, y te la dan.

En ese momento me permití un leve carraspeo antes de reclamar la atencion de la joven desamorada.

-Uy, perdón -exclamó-.

-Ese cura..., ¿no sería yo, verdad? -pregunté candorosamente-.

La dependienta se puso colorada, ensayó una risita de conejo y dijo algo así como "quéva, nononó" antes de recuperar la profesionalidad y preguntar "qué-desea-el-caballero"


martes, 14 de abril de 2009

La trampa de los 16


—No te alarmes, colega —me dijo Kloster hace unos días—; no es preciso que salgas huyendo del país. Créeme, las niñas de 16 años no abortarán sin pedir permiso a papá. ¡Cómo va a consentir nuestro gobierno semejante despropósito! Para matar a un niño hay que ser mayor de edad o, al menos, que el abuelo sea cómplice de la faena. Nuestros amados líderes promoverán el aborto en familia, o sea con más implicados. La futura ley, ya lo verás, dejará claro que es preciso contar, al menos, con cuatro personas y media: una chica engañada, un cirujano sin escrúpulos, un abuelo que pague la factura, un psicólogo para anestesiar la conciencia de la mamá y un cadáver tan pequeño, tan pequeño que casi no parezca cadáver.

Kloster no suele bromear con estas cosas y yo tampoco. O sea, que con su peculiar facundia hablaba muy en serio y supongo que tiene razón. Luego, me reveló lo que él llama “la trampa”.

—Supongamos —y por desgracia no es mucho suponer— que dentro de un año o dos el gobierno de turno decide legalizar el suicidio asistido. La “hoja de ruta” será más o menos ésta:

Primero se filtra un rumor-sonda a la prensa amiga: “el gobierno está dispuesto a regular por ley el derecho a morir dignamente”. Es muy importante elegir bien las palabras: “derecho” y “dignidad” son vocablos hipnóticos muy adecuados para el caso. Conviene repetirlos para que vaya calando en el personal la idea de que uno tiene “derecho” a terminar con su existencia por las bravas y que, para conservar la propia dignidad, nada mejor que decidir el día y la hora del deceso.

A continuación se busca un caso límite; una de esas historias que conmueven a todos; se manipula convenientemente y se hace una peli bien subvencionada por el Ministerio de la cosa. Por último, se pregona que la ley no atentará contra nadie, ya que a nadie se le obligará a suicidarse. Sin embargo bastará con que el suicida tenga 16 años y firme la solicitud adjuntando el DNI, para proceder a la interrupción voluntaria de su miserable vida con cargo de la seguridad social, o sea, con todas las garantías higiénico-sanitarias.

Es previsible que la opinión pública reaccione con estupor y que las organizaciones defensoras de la vida salgan a la calle. La Plaza de Colón volverá a llenarse de ciudadanos: dos millones según los organizadores y varios centenares según el cuerpo de bomberos. Da igual. Lo malo sería que cayéramos una vez más en la trampa.

Y es que el ministro del ramo, intimidado por la “multitud vociferante”, recibirá a una comisión de los partidarios de la vida y dialogará a tope. Cederá en la cuestión de los 16 años y dirá que bueno, que 18. Garantizará a los manifestantes que nadie podrá interrumpir su vida sin cumplir algunos otros requisitos como la consulta familiar, el asesoramiento de expertos en la materia, etc. Y además el servicio de matarifes ya no será gratuito; habrá que pagar unos simbólicos euritos para el tercer mundo, y al suicida no se le privará del derecho a reclamar en caso de que algo falle y lo dejen a medias.

Como los partidarios de la vida humana no estarán de acuerdo ni siquiera así, el mensaje del gobierno será claro: entre los “fundamentalistas”, anclados en el pasado que no quieren saber nada de ampliar derechos, y los radicales que pretenden liberalizar el suicidio sin límites, ellos elaborarán una ley “progresista y centrada” que nos permitirá “avanzar” hacia un futuro laico, feliz y soleado, que será la envidia de los países de nuestro entorno.
—O sea…, que lo del aborto a 16 años sólo pretendía darnos carnaza. Nunca pensaron en serio en autorizarlo; era una especie de juego.

—Así es, colega, un juego...,
y un juego vil,
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil ves, febril,
que o te pasas o no llegas.

Lo dijo don Mendo y tenía razón. Esta vez “nos pasamos” gritando contra los 16 años, sin comprender que la batalla era otra.

Para vencerla hay que plantarse.

lunes, 13 de abril de 2009

Los lunes (también en Pascua), publicidad

He aquí un gran anuncio. La abuela, genial, y la moraleja, evidente: nunca te dejes el portátil en casa de la abuela.





domingo, 12 de abril de 2009

4º de Primaria

Este huevo es de Finlandia, pero es que uno tiene amigos en todas partes

Sucedió
hace veinte o treinta años. Yo hablaba en clase a las niñas que iban a hacer la Primera Comunión pocos días después. Acababan de terminar las vacaciones de Semana Santa. Sería, por tanto, el miércoles o jueves de Pascua.

—¿Quién sabe lo que significa aleluya?

Montones de manos al aire:

—¡Yo, yo, yo…!

—A ver, tú.

—Significa que tenemos que estar contentas.

—Muy bien. ¿Y por qué hemos de estar contentos?

—Porque Jesús ha… resucistado, o algo así.

Mientras tanto, otra cría seguía con las manos levantadas diciendo “¡yo, yo, yo…!

—A ver, tú. ¿Qué dices?

—Que ha resucitado y desde entonces no se ha muerto.

Pues sí. Eso es dar en el clavo a pesar de que algunos no se enteren.


¡Felices Pascuas a todos!

sábado, 11 de abril de 2009

Nieve en los tulipanes

Esta mañana el jardín de estaba aún más blanco que ayer. La nieve, que no ha dejado de caer durante toda la noche, ha alfombrado el césped, los caminos y hasta los parterres de flores, que ya lucían sus galas de primavera.

Camino de la ermita hay un grupo de tulipanes de varios colores. Los tulipanes son flores erguidas, solitarias y acopadas. Tienen una belleza indudable. Se comprende que en algunos países, como Holanda, sean veneradas con auténtica pasión. Yo las veo un poco vanidosas, la verdad; se diría que cada una de ellas se basta a sí misma y no quiere tener contacto con las demás. Situadas en lo más alto del tallo, se exhiben de puntillas como modelos presumidas de una pasarela.

Hoy los tulipanes de Riaza estaban cubiertos de nieve. En lo alto de cada copa había un pequeño montículo blanco, como un helado de coco o de limón. Algunas flores no han aguantado el peso y han tenido que humillar la cabeza. La más engreída de todas estaba casi en el suelo. La he liberado de su carga, pero ya era tarde: caída sobre la alfombra blanca me ha dado un poco de pena. Esta tarde, cuando nadie se dé cuenta, la cortaré para ponerla junto a una imagen de la Virgen.

viernes, 10 de abril de 2009

Nieva en Riaza



Viernes Santo: ayuno, abstinencia y nieve en Riaza. Los copos son enormes, como pañuelos al viento. El jardín se ha teñido de blanco en pocos minutos. Ya lo dice el refrán:

Cuando marzo febrerea, abril marcea, mayo abrilea y junio ni te cuento (1).


(1) Este sabio refrán pertenece al elenco de nuevos refranes que Kloster ha ido elaborando y que publicará en breve

Consummatum est!


Misión cumplida

Nunca hubo una muerte como ésta,
y yo ya he perdido la cuenta...
Su lucha no era con la muerte.
La muerte era su esclava, no su dueña.
No era un hombre derrotado...
En la Cruz,
su lucha era contra algo mucho más serio
que las lenguas amargas de los fariseos.
No, la suya era otra lucha.
Al final lanzo un fuerte grito.
Todos se preguntaban qué era aquello,
pero yo sé algo de combates y de combatientes.
Se reconocer entre mil
un grito de victoria.

F. Topping. An Impossible God.

jueves, 9 de abril de 2009

Adoro te devote (X)



Pie pellicane Iesu Domine,

Me inmundum munda tuo sanguine,
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.

Señor Jesús, bondadoso pelícano,
límpiame, a mí inmundo, con tu sangre,
Una sola gota habría bastado para liberar
de todos los crímenes al mundo entero.


(La tradición medieval ve en el pelícano una figura de Cristo: esta ave, para dar alimento a sus polluelos, se sirve de la enorme bolsa que le cuelga del pico. Tal vez este modo de actuar y la misma posición vertical del pico hizo pensar que, en efecto, se abría el pecho para nutrirlos con su sangre.)


Es Jueves Santo y estoy en Riaza. Esta tarde concelebraré con varios sacerdotes la Misa “en la Cena del Señor” y estaré en el cenáculo con Jesús. Es un día glorioso y doloroso al mismo tiempo. Cristo, sobre la mesa de la cena pascual, convertirá el pan en su propio cuerpo y el vino en su sangre; se tomará a sí mismo con las manos y representará dramáticamente su muerte, adelantando su sacrificio ya inminente. Los 12 apóstoles, atónitos, serán investidos sacerdotes de la Nueva Alianza y, por primera vez en la historia, comerán la carne y beberán la sangre del Pelícano divino.

Luego llegará la agonía en el huerto, el sueño de los apóstoles, la traición de Judas.

Una sola gota habría bastado… Señor, ¿por qué te empeñaste en sufrir tanto? ¿Por qué tanta sangre derramada? Una gota habría sido suficiente para pagar el rescate. Y ni siquiera eso: una lágrima, un deseo, un minuto de tu trabajo en el taller de Nazaret…

Te excediste, Señor. ¿Por qué? Tú sabías que yo no sería capaz de seguirte: que me dormiría en Getsemaní como aquellos primeros obispos de tu Iglesia Católica. Y es que una cosa es estar dispuesto a morir contigo y otra muy distinta aguantar el peso de los párpados después de una buena cena.

Aquella noche —y todas las noches— sólo Judas fue capaz de permanecer en vela.

¡Haced esto en memoria mía!

Cada día, en tu memoria, repito las palabras que hacen realidad tu presencia sobre el altar. Cada día me alimento de tu Cuerpo y de tu Sangre. Cada día me propongo seguir despierto a tu lado.

martes, 7 de abril de 2009

“La Iglesia y el sida”



Leed este artículo. Vale la pena




artículo de Luis maría Anson publicado en "El mundo" el 2 de abril de 2009

Allí donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en África que en Asia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos los que están a pie de cama para atender a los enfermos. He recorrido en trabajo profesional más de cien países. En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para enfermos infecciosos, sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos. Esa es la escueta verdad.

Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante, con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia. Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos. Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos, los enfermos terminales, los ancianos sin techo, los desfavorecidos y desamparados.

Aún más, todos los profesionales del periodismo sabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo, encontraremos información certera en la misionera o el misionero españoles, que ejercen su ministerio en los lugares más miserables. Nunca fallan, esa es la realidad.

José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia Católica, ha decidido obsequiar a África con un millón de preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído, va a enviar para que se instalen durante diez años en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?

El Papa ha instalado en el África enferma a muchos millares de monjas y curas, de misioneros y misioneras. Obras son amores. Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones.

Conocí en enero de 1967, cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente, a Teresa de Calcuta. Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales. Escuché con atención lo que me decía. Fue una lección de quién sabía mejor que nadie en qué consisten las tierras duras del hambre, el mundo de los desfavorecidos profundos. Supe que estaba hablando con una santa.

Y así lo escribí. Pues bien, en el cuerno africano, en las ciudades estercoleros de África, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas, trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos, millares y millares de teresitas de Calcuta.

El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en África es la monogamia y la fidelidad. […] Quienes combaten el sida en África, quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos. Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la Iglesia. Se me ocurrió aclararle: «Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales aunque afecte ya a los heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital será una monja católica». Se quedó callado como una prostituta el simpático gay y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema.

lunes, 6 de abril de 2009

Hasta el lunes..., supongo

Me gusta este banco, tan solo, tan silencioso, tan olvidado.
Como el año pasado y como el anterior, me voy a Riaza a pasar la Semana Santa. Haré allí mi curso de retiro, Procuraré vivir con especial intensidad la solemne liturgia de estos días y trataré de estar en silencio y de olvidar el blog hasta el domingo. Quizá antes de salir programe algo para que se publique automáticamente mañana o pasado. Y tal vez el jueves me anime a cumplir con mi cita del "Adoro te devote". Ya veremos.

Es cierto que no siempre cumplo mis propósitos, pero esta vez...

Si aparece algún post de otro tipo durante estos días será cosa de Kloster.

Los lunes, publicidad




Gran anuncio. Francamente, no se me ocurre ningún comentario que lo mejore.




Y éste tampoco está mal. Se me ocurren algunas consideraciones sobre la importancia de las cosas pequeñas


domingo, 5 de abril de 2009

Domingo de Ramos




El Borrico
Hace muchos años hice un cuento sobre el famoso borrico que fue trono de Jesús en Jerusalén el domingo de ramos. La historia no era muy original —era sólo un plagio ampliado de algunas cosas que oí a San Josemaría—, pero tenía su gracia. No sé qué fue de él. A mi sobrina Susana se lo escribí torpemente en una carta con motivo de su Primera Comunión y lo más probable es que lo haya perdido. Años más tarde me encariñé con otro burro, el del Portal de Belén y también se me convirtió en protagonista de un cuento que anda por aquí.

En la Biblia hay docenas de borricos y nadie se los toma a broma. Y es que,ese animalito, tan vituperado en los últimos siglos, ha sido uno de los pilares de la construcción de Europa. ¿Exagero? A ver si un día de éstos le pido a Kloster que nos lo demuestre con la erudición que le caracteriza.

El caso es que ahora, cuando parece que ya no lo necesitamos y la especie corre serio peligro de extinción, al menos en Occidente, pienso es de justicia rendirle un homenaje. ¿Qué menos que una estatua en las principales ciudades de Europa? Ayer, en mi paseo sabatino por Madrid, vi algunos monumentos dedicados a personajes mucho más irrelevantes.

El borrico, entre otras cosas, ha dado lugar a una teología. Si os interesa, aquí tenéis sus principios fundamentales.

sábado, 4 de abril de 2009

Línea 150


Viernes 3 de abril. 8 de la tarde.

El 150 viene casi vacío. En la parada hay un hombre de mediana edad con un jersey de rombos y una larga melena gris recogida en la nuca. El autobús llega a más velocidad de lo previsto, se detiene y yo decido que no vale la pena correr: aún estoy a treinta o cuarenta metros, y uno, la verdad, no está para demasiados trotes urbanos. El pasajero sin embargo, al percatarse de mi presencia, dice algo al conductor y logra que me espere unos segundos. Acelero el paso, subo por fin al vehículo y me encuentro con la sorpresa de que me ha pagado en viaje:

—Su amigo ha picado dos veces el bono bus.

Me siento frente a mi inesperado benefactor para darle las gracias, pero no me deja. En tres segundos suelta todo lo que lleva dentro:

—Necesito que me eche un rezo. Desde ayer estoy en el paro. Me han largado del trabajo sin avisar; tengo cuarenta y seis años y tres hijas; mi mujer vive en Vigo con su novio, y yo mañana tengo una entrevista para ver si me colocan en algún sitio.

No sé qué decirle. Le hago algunas preguntas y me cuenta el resto. Diez minutos más tarde se levanta del asiento y sonríe antes de despedirse:

—Ya sabe, padre; o reza por mí o me devuelve el euro.

Dicen que me pasan muchas cosas. Es posible.


viernes, 3 de abril de 2009

Lola




— ¡Felicidades, Lola!
— ¿De qué Lola hablas, Kloster?
— ¡Y yo que sé… Conozco tantas!
Bueno, pues felicidades a todas en un viernes de dolores que ya no se llama así, y es una pena.

jueves, 2 de abril de 2009

Adoro te devote (IX)


O memoriale mortis Domini!/ panis vivus, vitam praestans homini!

Oh, memorial de la muerte del Señor/ Pan vivo que da la vida al hombre!


¿Memorial...?
¿La Eucaristía es sólo un recuerdo?

“Hacer memoria”, recordar, es convertir en presente el pasado, rescatarlo de la amenaza del olvido y reconstruirlo piedra a piedra con la imaginación. Es buscar a tientas viejos placeres y emociones antiguas, tratar de vencer al tiempo con la fantasía. La memoria nos crea la ilusión de que los años nunca pasan del todo.

Recordar es también sufrir el dolor punzante de la nostalgia. El que añora comprende que, a pesar de los pesares, la vida no tiene marcha atrás, que la memoria no puede hacer habitable el pasado para vivir de nuevo en él.

Cristo sí que es capaz de hacerlo. Cuando Jesús recuerda, su memoria infinita nos trae a las manos realmente su Cuerpo y su Sangre derramada en la Cruz. En la Eucaristía, por gracia de ese recuerdo divino, se rompen las barreras del espacio y del tiempo, y nos vamos al Gólgota, con Santa María, con San Juan, con las santas mujeres…

Hace muy pocos años Juan Pablo II escribió:
Desde hace más de medio siglo, cada día, a partir de aquel 2 de noviembre de 1946 en que celebré mi primera Misa en la cripta de San Leonardo de la catedral del Wawel en Cracovia, mis ojos han quedado fijos en la hostia y el cáliz en los que, en cierto modo, el tiempo y el espacio se han " concentrado " y se ha representado de manera viviente el drama del Gólgota, desvelando su misteriosa "contemporaneidad”
Por eso ahora, cuando lo tengo en mis manos de sacerdote, sé que Jesús y yo hemos vencido a la historia. Aquí y ahora el Sacrificio de la Cruz se hace realidad: su Sangre es un torrente de Gracia, un caudal inagotable que alcanza hasta el último rincón del Planeta.

No tengamos miedo, el mundo estará a salvo mientras haya un solo sacerdote que celebra la Eucaristía.



...Y el paro sigue subiendo

miércoles, 1 de abril de 2009

Pedro Plans



Son las once de la noche. Abro el correo y me encuentro con la triste noticia del fallecimiento de don Pedro Plans.

Fue mi profesor de Geografía en Gaztelueta durante mis años de bachillerato. Poca cosa, ¿verdad? Sin embargo no conozco un maestro que haya dejado una huella tan honda en sus alumnos como don Pedro. Años más tarde fue catedrático de universidad, y cuando le llegó la edad de la jubilación, nos sorprendió a todos empeñándose en ejercer su otra profesión, la de enfermero, en la Clínica Universitaria de Navarra.

Don Pedro fue un hombre sabio y santo, paciente, humilde, entregado a sus alumnos, con un corazón inmenso que nunca se reservó para sí. Estoy seguro de que pronto leeremos biografías suyas.

Mañana por la mañana, aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II, me encomendaré a los dos en la Santa Misa. Hoy no puedo escribir una palabra más.

El vaquero de Mariajo



He aquí un viejo, viejísimo, refrito para empezar abril. La protagonista tiene ya tres o cuatro niños, si no me equivoco.



Cuando María José apareció una mañana a la hora del desayuno con el pantalón vaquero estratégicamente rasgado por siete u ocho zonas capitales, su padre la observó por encima del periódico y de las gafas, suspiró levemente y dijo:

—¿Te ha atacado un lobo, cariño?

Así, de esa forma tan tonta, comenzó la primera borrasca del día. De la ironía paterna se pasó a una discusión estética; de la estética, a la ética; de la ética, a la moral y a una consideración teórica sobre el sentido de los convencionalismos en una sociedad plural y democrática. Todo entre gritos, lágrimas y colacao bajo en calorías.

La controversia dio un giro providencial con la aparición de Gonzalo, que tiene doce años.

—Lo que le pasa a Mariajo es que está como una foca.

A la aludida se le escapó un revés de izquierda, y Gonzalo respondió con una patada en la espinilla. Fue un eficaz cambio de estilo. El padre castigó a los dos sin salir, y resolvió de rebote la espinosa cuestión del vaquero roto.

No me he inventado la escena. Sólo los nombres. El resto me lo contó entre sollozos la protagonista principal, y debo decir en honor a la verdad que terminamos riéndonos a carcajadas.
Por aquella época María José alimentaba un pavo borrascoso y lleno de dramatismo, que se manifestaba especialmente en un espíritu de contradicción casi obsesivo y en una rebeldía crónica contra todo lo convencional.

La palabra “convencional” le encantaba. Se la había oído a Ramoncín en la tele, y decidió adoptarla como argumento definitivo contra las imposiciones maternas:

—Eso es convencional, y no pienso hacerlo.

—Para convencional, la bofetada que te va a dar tu padre…

Aquel día del pantalón vaquero hablamos de la importancia de las convenciones, como normas prácticas, admitidas pacíficamente por todos, que, aunque no sean esenciales para la vida, se fundan en la costumbre y hacen posible la convivencia civilizada.

Mariajo puso cara de asco cuando respondió:

—Yo paso de las costumbres de los demás.

Traté de hacerle ver que, en el fondo, la mayor parte de sus manifestaciones contestatarias reflejaban una adhesión entusiasta a otras normas igualmente convencionales; que los vaqueros se venden con los rotos puestos; que cualquier peluquero está harto de teñir melenas de azul marino y de fabricar crestas; que atravesarse un aro en la nariz, además de una incomodidad evidente, ya no llama la atención ni a las bisabuelas.

—Total —concluí, con ganas de que se enfadara un poco—; que has cambiado el uniforme del colegio por otro uniforme más caro y obligatorio.

—Obligatorio, de qué. Visto como me da la gana…

—¿Sí? ¿Entonces por qué te parece mal que un chico lleve calcetines blancos en la discoteca?

—Porque es una horterada.

No recuerdo cómo terminó aquella larga conversación. Sólo sé que Maria José no se enfadó conmigo y tampoco me hizo el menor caso.

Hoy, cuatro o cinco años después, ha venido a verme. Está algo cambiada y un poco deprimida: me dice que Juan, su novio “de toda la vida”, no la ha llamado por teléfono desde que se fue a Londres.

—Llámale tú.

—¿Yo? —Mariajo me mira horrorizada—. El chico es él. A buenas horas voy a tomar yo la iniciativa.

—¿No te habrás vuelto convencional?

—Y machista —asegura con cara de guasa—.

Después, y como para saldar una vieja discusión pendiente, ha dicho:

—No…, si las normas de buena educación son estupendas. Lo que me molestaba antes era vivirlas yo con los demás; pero que tengan detalles con una es superbueno. Juan me gusta precisamente por eso: porque es como un señor de aquellos antiguos, que te manda flores y casi te besa la mano. Y eso que es muy normal, ¿me entiende? Lo malo es que, desde que se ha ido a Londres, ya no es el mismo.

—¿Y se fue hace mucho?

—Anteayer.

No me costó explicarle lo importante que pueden ser esos pequeños detalles también en el trato con Dios. Y es que, en nuestras relaciones con el Señor, hemos vivido una especie de adolescencia parecida a la de Mariajo. Parecía como si fuese urgente eliminar todo lo convencional de la liturgia y de la piedad. Por alguna extraña razón pensábamos que era más auténtico y sincero quitar genuflexiones y reverencias, ir en chándal a la Iglesia y despatarrarse en los bancos.

—A Dios qué le importa —me dijo alguien hace años—.

—Es cierto —respondí—. Lo penoso es que a ti tampoco te importe.

Antes de despedirse, María José fue a la capilla del Colegio para “recordar viejos tiempos”. Tomó agua bendita; hizo, despacio, la señal de la cruz y una genuflexión perfecta, casi solemne.

Al marcharse, se asomó a mi despacho:

—Entonces ¿llamo a Juan o espero?

Le di mi opinión. Seguro que no me hace caso.