lunes, 16 de agosto de 2010

Aves de por aquí (VIII)

El verdecillo

Ayer, como era fiesta, cogí los prismáticos y me di un paseo por el jardín en busca de pajaros. Primera sorpresa: no había ni un solo pinzón, y eso que otros años suele ser la especie más numerosa. En cambio me encontré con una auténtica muchedumbre de jilgueros, eso sí calladitos como corresponde al mes de agosto. Por encima de todo, sobrevolaba una pareja de águilas imperiales, cada vez más adictas a esta zona. Y, como siempre, discretos pero omnipresentes, los verdecillos.

El verdecillo es una de las aves más modestas de nuestra avifauna. Visten de un verde amarillento muy discreto; es el color de la primavera. Cuando vuelan, se diría que los lleva el viento; son ligeros como hojas de otoño. Cantan muy bien (son primos hermanos de los canarios), pero tan bajito que necesitan hacerlo en coro. El canto de los verdecillos es la música de fondo del jardín. Les gusta destacar y se posan en lo más alto de los árboles más pequeños. O sea, que son unos pequeños vanidosos, pero conocen sus limitaciones.

Al parecer, los verdecillos fueron durante siglos aves migratorias, que pasaban con nosotros seis meses al año; pero un día se quedaron, y aquí viven de enero a enero.

Creo que ya hablé de los verdecillos hace dos o tres años y seguro que dije las mismas cosas, pero ya que estamos repasando las especies de aves que me rodean, me repito y en paz.

El vídeo es modesto, como el modesto serinus serinus.


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