lunes, 31 de enero de 2011

Ipar

Termino la cuesta de enero con este vídeo que me envían las chicas de Ipar. Ipar es un club de niñas  bastante moviditas, que tiene su sede en Bilbao. Ésta es su principal virtud. A ver qué os parece. 
No me preguntéis lo que es un "lipdub". Tal vez sean las siglas de Locura Incontrolada Para Dementes Unidas de Bilbao


Los lunes, publicidad

A mi amigo Luis, que trabaja en Movistar no le gustó el vídeo que puse aquí hace unos días y que encabezaba con la frase "si quieres estar conectado, desconéctate". Como es hombre fiel a su empresa, me pide que ponga este anuncio con otro eslogan muy diferente: "conectados, podemos más". 

domingo, 30 de enero de 2011

Los motorromeros atacan de nuevo



Forman un grupo de insensatos que hacen romerías a la Virgen por toda España vestidos de cuero, con casco de guerra y una cabalgadura de muchos caballos. Ahora se han propuesto escoltar al Papa desde el aeropuerto de Barajas hasta su residencia, cuando llegue a Madrid para la JMJ.

No sé si lo conseguirán. Tal vez, si hacemos fuerza entre todos... Aquí los tenéis.

sábado, 29 de enero de 2011

Ne sutor supra crepidam (dice el búho)


Plinio el Viejo (23-79 d.C.) cuenta una divertida disputa del artista Apeles con su zapatero: Apeles, el pintor más famoso de Grecia en la antigüedad, colocó sus primeras obras en el voladizo de su casa y se escondió tras una mesa para escuchar la crítica del pueblo llano.  
Un zapatero ―sutor, en latín― observó que en el interior de un zapato faltaba un ojal, y el pintor remedió la falta. El zapatero, entonces se creyó con derecho a criticar la pierna de la figura representada; pero Apeles le respondió: "Ne supra crepidam sutor iudicet" (un zapatero no debe opinar sobre lo que está por encima de las correas) 
Las crepidae eran unos zapatos llanos de una o varias suelas que se sujetaba con correas por el tobillo y la pantorrilla.  
De ahí procede la expresión "zapatero a tus zapatos". Ni que decir tiene que “zapatero” debe ir con minúscula.

Jorge


Tenía mujer y dos hijas en la Gran Canaria. Fue feliz algún tiempo, sobre todo cuando trabajaba como pescador en Arguineguín. Luego llegaron los problemas con el alcohol. Se fue de su tierra "para no hacer daño a las niñas" y recaló en Madrid. Fue camarero un año, hasta que se quedó en la calle siempre por la maldita ginebra. Vivía con su perro en una pensión maloliente. 
Era un mendigo discreto y un tanto tímido. Ayer falleció en el hospital, por culpa de un cáncer de páncreas. Su esquela no saldrá en ABC, pero yo ofreceré la misa por él esta mañana. 
En el cielo ya no tendrá que pedir limosna.

viernes, 28 de enero de 2011

Está claro, ¿no?

Los "cenicerdos"

Llueve sobre Madrid y sigue haciendo frío. Me dicen que ya hay nieve en las afueras y que esta noche tal vez llegue a la ciudad. Yo salgo de casa bien abrigado, con un sombrero impermeable y la mochila de batalla. Antes de ir al colegio, paso por el estanco para comprar sellos. El local está abarrotado de clientes que hablan en voz baja y se miran de reojo como hacen los compradores de droga.
―Dos paquetes de Camel, por favor ―dice una chiquilla que me precede―.
―¿Cuantos años tienes? A ver, enséñame el carné.
―Es que…, me lo he dejado en casa.
―Pues entonces…
Junto a la estanquera hay un cartel enorme: “se prohíbe fumar en este recinto”. Así que los fumadores son expulsados de su templo más natural. Aquí se vende y se compra, pero no se consume.
―¿Qué desea?
―Necesito mandar este paquete a Pamplona. Es un libro…
―Habrá que ver lo que pesa. Yo aquí no tengo balanza.
―Pesa 250 gramos ―le digo―. Lo he comprobado en casa.
―Ah, pero tampoco tengo la tabla de tarifas.
―Pues qué bien. ¿Y sellos? ¿Tiene usted sellos?
―Claro. Esto es un estanco…
Iba a decir que no se nota, pero me contengo.
―Entonces, póngame tres euros y que sea lo que Dios quiera.
En la calle, cuatro fumadoras y dos fumadores soportan a duras penas su propia marginación dando saltitos sobre el pavimento mientras expulsan el humo hacia el cielo. El suelo está alfombrado de colillas empapadas. También hay un par de vasos de plástico con los restos del botellón nocturno. ¡Pobres fumadores! Intoxicados por el Estado, ahora se les confina en las aceras.
Dentro de veinte años los ceniceros se exhibirán en los museos como curiosidades del pasado. De momento, la calle es un gran cenicerdo, que trato de eludir dando un pequeño rodeo.

jueves, 27 de enero de 2011

Me rindo

He recibido 62 peticiones de la versión en Isilo de "el belén que puso Dios". He respondido a 5 ó 6... Pido perdón al resto: esto se me va de las manos. No sería prudente hacer correr por la red una edición digital del belén. Yo solo pretendía hacer un regalo a dos o tres personas- La difusión indiscriminada del texto podría convertirse en un problema para la Editorial y en un agobio extra para este pobre globero. 
Por tanto, y sintiéndolo mucho, ya no enviaré ese archivo a nadie más. Las sentencias del búho seguirán renovándose cada tres o cuatro días, y espero que os animéis a traducirlas; pero el concurso termina por falta de premios. 
Sorry.

Los bonitos concursos del búho (II)

Amici vitia si feras, facias tua

Para empezar, no está mal. Me he reído mucho con la "traducción" de Antuán, que es la más imaginativa y surrealista de todas.
Queda claro el sentido del aforismo: hemos de querer a nuestros amigos con sus defectos; pero eso no significa que debamos amar sus defectos. Al contrario. Lo razonable es que luchemos codo con codo por desarraigarlos. De ahí, el mandato evangélico de la corrección fraterna: "si tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas. Si te escucha, te habrás ganado a tu hermano".
Cicerón, un siglo antes del nacimiento de Cristo, había expresado de forma negativa el mismo consejo, que yo “traduciría” de este modo:
―Si pasas de los defectos de tu amigo, sus miserias serán también tuyas. Ya no seréis amigos sino compinches.
Es evidente que recibir una corrección fraterna duele; pero no tanto como hacerla. Y si la practicamos como el Señor quiere, a solas, con afecto, en diálogo fraterno y con verdaderas ganas de ayudar, el fruto será enorme porque llevaremos hasta sus últimas consecuencias el "mandamiento nuevo" que Jesús promulgó el Jueves Santo y que sigue nuevo por falta de uso: "que os améis los unos a los otros, como yo os he amado"
*     *     *
PD. Por una vez, y sin que sirva de precedente, daremos el premio a todos los que han participado ayer en el concurso. Por tanto si a alguno le interesa la versión en Isilo del famoso Belén, puede pedírmela por correo electrónico a la dirección que está debajo del búho.
Estad atentos: mañana o pasado, sin avisar, colgaremos otro aforismo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Los bonitos concursos del búho (I)

Algunos lectores andan intrigados con las sentencias latinas que aparecen en la columna de la derecha debajo del búho. No suelen ser difíciles de traducir, pero sería un error recurrir a Google en busca de una pista: están escritas latín clásico, no vulgar y expresan pensamientos llenos de sabiduría.
Pues bien; de ahora en adelante cambiaré la frase cada semana, y el primer lector que sea capaz de traducirla recibirá por correo electrónico una versión en ISilo, para su agenda electrónica, de "El Belén que puso Dios"

martes, 25 de enero de 2011

La espera


Estoy en el confesonario. En la última media hora no ha venido nadie. He terminado de rezar la liturgia de las horas y hay un silencio absoluto al otro lado de la puerta. La abro unos centímetros. Desde aquí apenas veo el Sagrario. Jesús y yo estamos a la espera. Él lleva así dos mil años. Yo sólo treinta minutos. No sé de qué me quejo.

Un taller de confianza

No es fácil encontrar un taller de automóviles con mecánicos competentes, honrados y generosos. Es posible que haya muchos, pero los clientes tenemos siempre buenos motivos para desconfiar. 
El caso es que en la calle Infanta María Teresa número 12 de Madrid hay un taller llamado "Jurado y López" que se ha ganado a pulso toda mi confianza. Antonio, que es el jefe, parece uno de esos médicos antiguos que se identifican con el paciente, sufren con él y pelean hasta conseguir la curación completa.
Mi Polo, que tiene ya algunos achaques, le está muy agradecido por sus cuidados, y su dueño, que soy yo, por el precio, más que razonable, del tratamiento.

lunes, 24 de enero de 2011

Esto no es publicidad, sino todo lo contrario


Si quieres estar conectado, desconéctate


mmmm

Los lunes, publicidad


Y un poco de patriotismo para mejorar nuestra autoestima


domingo, 23 de enero de 2011

La fuerza de la música



Los domingos, de madrugada, es una delicia circular por la M 30, la autovía que circunda Madrid. Hoy, a las 8 de la mañana, apenas he encontrado media docena de automóviles, y cuando he vuelto a tomarla a las 11 el panorama era parecido.
Camino de “Mediterráneo”, un centro de la Obra que está a 9 kilómetros de mi casa, pongo en la radio una emisora de música clásica y trato de ordenar mis ideas para la segunda meditación del retiro que estoy predicando. Este cuarto de hora escaso que tardo de puerta a puerta siempre me ha servido para preparar charlas, homilías, meditaciones…
Hoy, sin embargo, casi no lo consigo. A medida que iba poniendo en su sitio los diferentes elementos de la meditación, me venían a la memoria, sin poderlo evitar, recuerdos muy tristes ligados a la muerte de mi padre, hace más de veinticinco años. Yo trataba de alejarlos de mi imaginación para ceñirme a lo inmediato, pero no lo lograba. De pronto he prestado atención a la radio. Estaba transmitiendo el concierto para violín y orquesta de Mendelssohn, una de las últimas obras del gran compositor alemán. Y recordé que, mientras me dirigía desde Torreciudad a Pamplona en coche para acompañar a mi padre en los últimos días de su vida, puse en la radio una casette con este mismo concierto y la repetí varias veces. El llanto del violín me acompañó durante todo el viaje. 
Hoy ha vuelto a llorar el violín y he dado gracias a Dios por la fuerza evocadora de la música.

sábado, 22 de enero de 2011

"There be dragons" La película sobre San Josemaría

El estreno en España será dentro de dos meses y la expectación aumenta. Aquí tenéis un anticipo. Vale la pena verlo llenando la pantalla del ordenata.

Cena con Ignacio

Ignacio y Almu
Ignacio, uno de los más ilustres lectores y comentaristas de este globo cumple 8 años el próximo viernes y, para celebrarlo, me ha invitado, por correo electrónico, a cenar en su casa. Sus padres, Javier y María José (alias "Vila") no se han opuesto.  
Como aperitivo, Ignacio me ha retado a una partida de ajedrez en el ordenador. He abandonado en el décimo movimiento. A continuación me ha enseñado los sofisticados juguetes que le han traído los Reyes. Almudena, que ha cumplido dos años y tiene la desfachatez de llamarme "peque", se ha excusado educadamente y se ha retirado a la cama poco después.
Antes de despedirme, Ignacio me ha autorizado para poner esta entrada en el globo. Lo hago a las 11,45 de la noche no sin reiterarle mi agradecimiento y mi propósito de asistir a su Primera Comunión en el cole.  

viernes, 21 de enero de 2011

Boutique

Desde el colegio a casa hay cuatro kilómetros escasos. Hoy los he hecho a pie en un tiempo récord. No me detengo a ver escaparates, pero sí leo los rótulos al pasar como una bala:
  • "Boutique del pan". El aroma es una tentación casi irresistible. Acelero el paso.
  • "Boutique del Jamón". Es natural que esté cerca del pan. Acelero aún más.
  • "Boutique de la fruta", Tentadoras manzanas resplandecen como en el Edén. Son las dos menos cuarto del medio día y no he tomado nada desde las ocho. Empiezo a flaquear.
  • "Boutique del baño". Ralentizo la marcha. Para mí que se están pasando un poco con la "boutique". 
  • "Boutique" de la mascota. ¡Guau...!
Parece que la palabra "boutique" mola mucho en la publicidad. Por un momento me imagino mi confesonario con un letrero luminoso: "Boutique de las almas". 
No sé. Tal vez no sea una buena idea. 

jueves, 20 de enero de 2011

Desde México al Cielo

Don Julio Baduí (hablé de él aquí hace unos días) ha fallecido en México esta misma madrugada. Yo conviví con él en Roma en los años 60, cuando los dos éramos jóvenes. Ahora nos toca rezar por su eterno descanso y encomendarnos a él

Sociedad Anónima

Debo pedir perdón a mis habituales lector@s y comentador@s más o menos anónimos. Este artículo no va por vosotr@s. Vuestro anonimato es inocente y transparente. Pero en MC me han pedido con urgencia un artículo y sólo se me ha ocurrido éste:


―Estamos convirtiéndonos en una sociedad anónima.
Kloster, que llevaba toda la mañana metido en Internet, lo dijo con cierto tono de resignación.
―No sabía que te interesaba la economía ―respondí―.
―Y no me interesa. Lo que digo es que la sociedad europea y mundial está poblada de ciudadanos voluntariamente anónimos, de tipos enmascarados, con capucha o antifaz. El anonimato se ha puesto de moda y es una moda muy peligrosa.
Antes de proseguir con su exposición, Kloster decidió tomar carrerilla atizándose un buen trago de Rioja, crianza del 2004.
―En otro tiempo sólo los delincuentes y los nazarenos ocultaban su rostro con un capirote. Los cacos de toda la vida iban con su antifaz reglamentario o se embutían la cabeza en una media para no ser reconocidos. También dieron mucho juego el embozo de la capa española y las bufandas invernales para no dar la cara en determinadas correrías indecentes. Sin embargo, en todos estos casos, el anonimato voluntario era algo vergonzante, síntoma de cobardía o de conciencia culpable.
―¿Y ahora, no…?
―¿Recuerdas la gripe A? ―me interrumpió Kloster―. La venta de mascarillas se disparó hasta el infinito. Dijeron que era para protegerse del maldito virus que iba a acabar con media humanidad, pero no. Al personal le gustaba ir enmascarado. Japón entero parecía una fiesta de disfraces. Los nipones vendían mascarillas de colores, decoradas con dibujos imaginativos. Yo mismo me compré una para pasar delante de las mil cámaras de seguridad que filman nuestros pasos cada día por la ciudad.
Ya para entonces se habían encapuchado los policías para no ser reconocidos por los delincuentes, que ―ellos sí― actuaban a cara descubierta. ¡Fantástica paradoja! Y la televisión, para proteger el anonimato, inventó esa técnica de “pixelizar” los rostros de los que no debían ser publicados.
―Me parece que estás sacando las cosas de quicio.
―¿Tú crees? Antes los anónimos iban directamente a la papelera; ahora…, entra en Internet. Todas las páginas que admiten comentarios de los lectores llevan una escolta de parásitos anónimos que, en el mejor de los casos, firman con un nombre imaginario, con un nick, para poder insultar a diestro y siniestro sin más argumentos que los derivados de sus fobias políticas, religiosas o deportivas.
―Supongo que tienes razón. Hay mucha gente extraña…
―¿Extraña? No creas: la mayor parte, son tipos corrientes: adolescentes ociosos, que alimentan su pavo chateando con los coleguis; funcionarios con pocas ganas de currar, amas de casa ociosas que buscan aventuras de mentira, registradores de la propiedad o parados en crisis, que disfrutan creándose una segunda vida en la red; una vida virtual (que no virtuosa) con la que huyen de sus pequeñas frustraciones cotidianas o se desahogan poniendo por escrito lo que nunca se atreverían a decir fuera del armario.
En ese armario se insulta, se calumnia, se vocifera con razón o sin ella; se descompone la propia dignidad en el fango de las perversiones más extravagantes, y, sobre todo, se disfruta. ¡Qué gozada, qué estupendo y democrático es todo dentro de la red! Aquí nadie enseña el currículum ni el DNI. No importa el apellido ni la clase social. Aquí somos todos iguales. ¡Somos la opinión pública!
Terminado su discurso, Kloster calló. Yo le dije que ese gusto por el anonimato quizá sea sólo un modo de protegerse contra las agresiones “tontalitarias” (sí, he dicho tontalitarias) del Poder, que no cesa de entrar en nuestras vidas sin pedir permiso. Un nick, puede ser una buena arma defensiva.
De todas formas, es peligroso vivir siempre en el armario. Hay que dar la cara. Hay que perder el miedo a pensar por libre mirando a los ojos de nuestro interlocutor. Y ante Dios, fuera capuchas. Él nos quiere transparentes, sin miedo a mostrar nuestras heridas y debilidades, para llamarnos y amarnos por nuestro nombre.
Mi amigo no respondió. Tal vez porque Kloster es sólo un nick.

miércoles, 19 de enero de 2011

Entrevista a Joaquín Navarro-Valls

Regreso a casa después de un almuerzo-charla con Rafael Navarro-Valls y un grupo de amigos, y me encuentro en el correo con esta entrevista a su hermano, Joaquín, el que fue portavoz del Papa durante 22 años. Es una entrevista bilingüe; el periodista pregunta en catalán y Navarro responde en castellano; pero se entiende bien y vale la pena escucharla ahora que nos aproximamos a la beatificación de Juan Pablo II.  

¿Me voy a la cama?

Siempre me ha inquietado comprobar que una buena parte de mis alumnas de bachillerato quieren estudiar márquetin y publicidad. Me inquieta, porque sospecho que lo harán muy bien. Fijaos en este vídeo que me envía Amalia. Seguro que todo lo que se dice es muy justo, pero hay que ver cómo explotan su condición femenina para movernos a compasión.



Conste que yo también digo algunas noches: "me voy a la cama". Y acabo yendo, por supuesto, pero hora y media después.

martes, 18 de enero de 2011

Primer aniversario


Se ha cumplido un año del fallecimiento de Antonio Fontán. Esta página tuvo el triste privilegio de ser la primera en dar la noticia pocos minutos después de su muerte. Antonio vivía en mi casa y aquí fuimos testigos de su triunfo más importante: su última batalla antes de entrar en el Cielo.
Desde aquel 14 de enero hasta hoy han tenido lugar en España y en muchos lugares del mundo multitud de actos y homenajes para ensalzar su figura y sus logros. Fontán humanista, pensador, catedrático de filología clásica, maestro, periodista, buscador y héroe de la libertad, fundador de instituciones universitarias, de revistas y periódicos; director del Diario Madrid, Presidente del Senado en el periodo constituyente, Ministro del primer gobierno constitucional…
Ayer, a las 8,30 de la tarde, en la Parroquia de los Sagrados Corazones de Jesús y María, tuvo lugar la Misa de difuntos en el primer aniversario de su muerte, y me correspondió a mí celebrarla. Vinieron muchos amigos de Antonio: por supuesto, sus parientes próximos y lejanos; profesores de la universidad, periodistas que trabajaron con él, políticos…
En la homilía yo me limité a recordar los años que viví con Antonio y, de modo especial, los últimos meses de su vida: su piedad de niño chico ―de viejo, decía él―, su cordialidad e interés por cada uno de los que estábamos a su lado… Ojalá hubiese tenido tiempo y capacidad de desgranar ese gran ramillete de recuerdos insignificantes que nunca se borrarán de mi memoria.  
Al final, leí y comenté este párrafo de un precioso artículo que publicó en la prensa su amigo Arturo Moreno:
“Antonio Fontán esencialmente era un hombre íntegro. Esa pulcra probidad moral se manifiesta acusadamente en su humanismo, en la coherencia sin fisuras entre sus actos y sus ideas y en la altura de miras que siempre presidió su conducta desde el principio hasta el final de su vida. Un humanismo sedimentado sin duda en su conocimiento de la antigüedad clásica, de la cultura grecolatina que converge con el cristianismo. El pilar de ese humanismo fue, es y será la libertad, fundamento y sustento de la condición humana y origen de la digni­dad del hombre. Don Antonio tomó la libre decisión de vivir como pensaba, practicando las virtudes in­herentes a la ética cristiana, ejemplarizada en el amor al prójimo, así como de dedicar su vida a España, a la formación de sus hombres y mujeres, condición imprescindible para su recuperación y para la reconciliación, el entendimiento y la concordia entre los españoles.”


lunes, 17 de enero de 2011

Los lunes, publicidad

Andaba yo pensando qué anuncio podría poner hoy, cuando recibo un mensaje de Miguel, desde Roma con este fantástico spot. Me gustaría saber qué opináis.

La campana



Con ocasión de la próxima beatificación de Juan Pablo II, he recordado este artículo que escribí frente a la televisión, mientras sonaba la campana que anunciaba el fallecimiento del Romano Pontífice. 

Dentro de tres meses y medio, esa misma campana y todas las de la Basílica de San Pedro marcarán el ritmo a millares de campanarios del mundo entero, que repicarán felices cuando el Papa más querido quizá el más grande de la historia moderna sea elevado a los altares.  



Hace una hora se nos ha muerto Juan Pablo II. Mientras escribo, oigo el tañido de una campana de la Basílica de San Pedro en el Vaticano que, gracias a la radio y a la televisión, llega a todos los rincones de la Tierra.
Esa campana anuncia que el Papa ha dejado de sufrir, que nuestro amigo del alma ha recuperado la sonrisa que nos desarmó desde su primera aparición en 1978; que vuelve a brillar en sus ojos la chispa cómplice de los primeros años; que su voz es otra vez la de entonces: el vozarrón que cantó O sole mio acompañado por un coro de doscientos mil napolitanos y la que retumbó en la Plaza de San Pedro, al comienzo de su pontificado, ante jefes de Estado y presidentes de gobierno de todo el mundo:
—¡No tengáis miedo! —les dijo—, ¡abrid de par en par las puertas a Cristo!
El Papa en su penúltimo libro lanza otro grito, el mismo que Jesús dirigió a los apóstoles que dormitaban en el Huerto de los Olivos:
—¡Levantaos, vamos!
Había una cierta ironía bienhumorada en ese título: mientras animaba a los cristianos a caminar sin miedo hacia la cruz, aludía a su propia incapacidad para ponerse en pie. Hoy, sin embargo, la campana proclama que Juan Pablo II se ha levantado ya de la silla de ruedas; que está dispuesto a caminar con nosotros, para seguir viajando por el mundo. Regresará a los países en los que estuvo durante los últimos años y también a los que no pudo visitar porque no le dejaron. Llegará por el Cielo, como siempre. Y, de rodillas besará la tierra en cada aeropuerto, y abrazará a los niños, hablará con las autoridades, cantará con los jóvenes, predicará en cien lenguas y entrará, delicadamente, pidiendo permiso, en el corazón de los que quieran recibirle.
Esa campana dice además que el Papa ya no tomará el avión de vuelta a Roma. Esta vez se queda en cada uno de los pueblos de los cinco continentes. También en la vieja y decrépita Europa, tan amada por él, aunque en los últimos años adopte ademanes de adolescente insurrecta y parezca rebelarse contra sus padres e ignorar las raíces que la hicieron fecunda.
Todo esto, lo sabéis muy bien, no es una forma de hablar, una consideración vagamente “espiritual” en ese sentido ilusorio con el que algunos se refieren al espíritu humano. Juan Pablo II no vivirá “en nuestro recuerdo”, porque en los recuerdos no se vive: allí se embalsaman los afectos y, por muy intensos que sean, acaban por diluirse en pocos años.
El Papa está realmente en el corazón de millones de hombres y mujeres de todo el mundo. ¿Es que somos capaces de imaginarlo lejos de aquí? Está con Dios, por supuesto, y precisamente por eso está también donde siempre ha querido estar, con los suyos. No ha habido un Papa más universal ni más cercano.
La campana sigue sonando. La televisión ha dejado su tañido como música de fondo para esta noche. Ahora una voz femenina explica que las campanas tienen nombre y ésta se llama Sant’Andrea, y se reserva para los días más solemnes.
Ya comprendo que no es momento de sugerir cambios; pero en esta hora, cuando los columnistas se sientan frente al ordenador tratando de encontrar con urgencia una frase, unas palabras que expresen el dolor y al mismo tiempo lo contengan para que no se desborde, a mí sólo se me ocurre que habría que cambiar de nombre a esa campana. La llamaría “Juan Pablo II”. Y es que desde hace una hora se me ha metido en la cabeza la letra de aquella sevillana que cantaron al Papa en su primer viaje a España y que él mismo solía corear con los chicos del univ en las convivencias de Semana Santa:

“No te vayas todavía,/ no te vayas, por favor,/ no te vayas todavía /porque la guitarra mía/ llora cuando dice adiós”.
Pero no es la guitarra la que llora. Es la campana, que se me ha puesto flamenca y sigue el ritmo de la copla. Y hasta me parece oír la voz del Papa que nos tranquiliza:
—No os preocupéis; estoy aquí y seguiré siempre con vosotros.

domingo, 16 de enero de 2011

A mis lectores habituales

¡Qué cansancio!
Entre los lectores de este globo, hay quien se asoma una vez a la semana, quien llega por casualidad y se queda una temporada y quien sigue cada una de mis entradas desde hace años con  constancia y fidelidad conmovedoras.
Yo me siento muy desconcertado por el éxito, muy agradecido, y también un poco asustado. Cuando leo, por ejemplo, “querido don Enrique, me asomo a su blog todas las mañanas, sin faltar una sola; estoy literalmente enganchada…,” no puedo dejar de pensar que al otro lado del gancho estoy yo y que, por tanto, tengo una cierta obligación de escribir al menos unas líneas cada día. Y cuando otra lectora a las seis de la tarde se alarma al comprobar que aún no he puesto “la columna del día” y me lo echa en cara con gran delicadeza, empiezo a pensar que, entre todos, me estáis atando demasiado.
Hoy otra cariñosísima lectora se pregunta intranquila por qué aún no he escrito “de todo” sobre la próxima beatificación de Juan Pablo II. Y hay quien me llama por teléfono para recordarme que “tengo” que escribir una homilía con los textos litúrgicos de cada domingo.
Vila, que es mi conciencia crítica más exigente, me pone en guardia cuando nota un bajón en la calidad de mis escritos; otra, que no firma con su nombre, se permite deducir a través de las entradas, la situación de mi cambiante estado de ánimo y me da consejos maternales la mar de apasionados en unos comentarios que casi siempre rechazo.
Pues bien, queridos lectores, os confieso que no dedico a este globo más de media hora por la mañana y veinte minutos por la noche. El resto del día, gracias a Dios, está tan lleno de actividades, que apenas tengo tiempo de aprobar vuestros comentarios casi sin leerlos. No navego por Internet; no leo otros blogs; no puedo sentirme obligado a hablar de nada concreto por muy importante que parezca.
Trataré de seguir escribiendo cada día. Deprisa, como ahora mismo; con riesgo de colar gazapos o faltas de ortografía. No me pidáis más.
Con todo cariño,  siempre vuestro globero 
EM


sábado, 15 de enero de 2011

En Molinoviejo frío y estrellas.

Al fondo, "la Mujer muerta", entre algodones 
Ayer por la noche comenzó la convivencia de las alumnas de primero de bachillerato que están recibiendo catequesis para la Confirmación. Por la mañana me reuní en el colegio con algunas  para explicarles lo que haríamos durante el finde: clases, meditación, tertulias, la Santa Misa. Y deporte, juegos, una peli... Quedamos en que tendríamos una charla para aclarar  sus dudas y responder a todas sus preguntas, incluso las más impertinentes.
Molinoviejo las recibió con un cielo estrellado y un aire limpio, trasparente y frío. Yo, en la casa antigua, abrí de par en par la ventana de mi habitación para disfrutar de la helada que se preparaba, con la esperanza de que entrara también alguna estrella perdida.  A medianoche la cerré para que no me invadieran los pingüinos.
Hoy hemos tenido un día completo. Las niñas están encantadas y yo más.
―De qué queréis que hablemos mañana ―les he preguntado―.
La más tímida de todas ha respondido sin dudar un instante:
―Del amor.
Y, en medio de la carcajada general, he aclarado que esa palabra es la más grande de nuestro idioma y también la más profanada. Valdrá la pena dedicarle una sesión.
 
 

viernes, 14 de enero de 2011

Tengo un problema moral


No sé si debo denunciar un hecho muy grave que se produjo ayer y del que sólo yo he sido testigo. Lo explicaré.
Resulta que en uno de los varios despachos que ocupo habitualmente, abrí un cajón de la mesa contigua para sacar un folio y encontré... ¡un cenicero de cristal con una colilla dentro! 
¿Y qué es un "cenicero"? me diréis.
Cenicero: "dícese del recipiente donde se dejan la ceniza y residuos del cigarro" (Diccionario de la Real Academia, sin actualizar. Supongo que en la próxima edición, "cenicero" se considerará un arcaísmo).  
He aquí el problema: ¿debo denunciar el hecho al Ministerio de Sanidad? ¿Tengo la obligación de abandonar para siempre ese despacho? ¿Me chivo a las autoridades inmediatas de la empresa o chantajeo al infractor vendiendo mi silencio a cambio de algunos favores?

jueves, 13 de enero de 2011

Desde México

Catedral de Aguascalientes
Pedro Juan, mi corresponsal en Aguascalientes (México) me cuenta que hay que rezar por tres sacerdotes de la Obra: don Julio Baduí Dergal, don Francisco Flores Merino  y don Santiago Ibáñez. Los tres son jóvenes y están muy enfermos. Al parecer  se encuentran en estado crítico y alguno podría fallecer en los próximos días.
Pedro me dice que ponga a rezar a todo el globo, que en México necesitan curas santos y en buena forma.

El reencuentro

 Parece un mendigo emocionado
Llevaba casi dos meses sin charlar con mis mendigos del barrio de Salamanca, y hoy he vuelto por allí para dejarme ver. Los he echado de menos y he pensado mucho en ellos durante este tiempo de Navidad.
Frente a la iglesia de los Carmelitas, el vozarrón de Juanito vence al estrépito de las obras y del tráfico;
―¡Padreeeeee!
Casi nos damos un abrazo. Me dice que ha estado muy malito con una “infesíón testinal” y que no ha podido salir a pedir.
―¿Y la Navidad?
Asegura que muy mal, pero que ha puesto un Niño Jesús en su habitación. Luego, sin solución de continuidad, va al grano:
―Hace mucho que no vienes. ¿Cuánto me va a dar hoy?
Le suelto un euro a Juanito y, para evitar ulteriores negociaciones, me engancho a un amigo, que aparece de pronto en la misma acera: se trata de Crescencio, el nuevo párroco del Cristo de Ayala, que ha salido a estirar las piernas.
Frente al Mercado de la Paz hoy apenas hay mendigos.
―La culpa es del alcalde ―me dice pollofrito―; está levantando la calle y ya no vienen coches. Nos tiene hasta…
Pollofrito no está para muchas bromas: parece un poco más bebido que otras veces.
―Es por la gripe ―se justifica―.
Luego veo a Raquel, a una pequeña rumana cuyo nombre he olvidado, al senegalés que anda por Serrano, y regreso a casa con dos euros menos ―bien barato me ha salido el paseo― y con el propósito firme de no abandonar a esta gente, aunque ahora apenas frecuente el barrio.
 

miércoles, 12 de enero de 2011

No se puede ocultar

Amor tussique non celatur. 
¿Qué cosas hay que ocultar? ¿Hay algo que necesite ser ocultado? No sé. Quizá haya sentimientos que no se pueden exhibir ante todo el mundo. Quizá hay zonas del cuerpo que por su enorme carga significativa deben ser veladas. Probablemente hay oraciones o pensamientos que nunca deben pronunciarse en voz alta. Lo que sí es verdad es que cada sensación o cada palabra y cada cuestión tienen su público. Hay quienes deben escuchar una cosa, pero no otra; y hay algunos que deben ver una cosa, pero no todos. "El amor y la tos no se pueden esconder". Un rostro enamorado va pregonando su felicidad. Pero también, ¡cuantos rostros crispados anuncian su decepción!


Los juguetes siempre sirven para otra cosa

Es curiosa la reacción de mis lectores cuando se han enterado de que los reyes magos me han traído este año el bate de béisbol que llevo pidiéndoles desde tiempo inmemorial. Prácticamente todos han dado por supuesto que lo utilizaré como arma disuasoria de destrucción encefálica. A ninguno se le ha ocurrido que tenga otra finalidad; por ejemplo la de jugar a béisbol. 
Hoy no tengo ganas de sacar conclusiones sociológicas, pero ¿no resulta fascinante comprobar que algunos de los instrumentos más populares casi nunca se utilizan para el fin que les dio el fabricante?.
Hace un rato, por ejemplo, he sacado un clip del cajón  en el que guardo mis cosas de escritorio. ¿Qué suponéis que voy a hacer con él? ¿Unir dos folios por la parte superior? Por supuesto que no; ya nadie utiliza folios. Un clip puede emplearse
―para abrir cajas fuertes (Hace un par de meses tuve ocasión de demostrarlo en mi casa ante el asombro de varios testigos).
―Para resetear un aparato electrónico, metiendo la punta por el agujerito correspondiente.
―Para limpiarse las uñas (es una marranada, de acuerdo). También he visto a un oficinista utilizar el clip para eliminar el cerumen de la oreja.
―Para fabricar una cadena metálica. Cada clip, un eslabón.  
―Para abrir esas puertas que tienen un agujero en el centro del picaporte.
―Para señalar la página de un libro que uno está leyendo…
Como digo acabo de sacar un clip y ya no me acuerdo qué es lo que quería hacer con él.
Por cierto, le he preguntado a Clara, que es una niña fina y delicada de 15 años:
―Si te dijera que me han regalado una sierra mecánica, ¿qué pensarías?
Y me ha contestado con todo candor:
―Que necesita trocear un cadáver. 

lunes, 10 de enero de 2011

Los lunes (a pesar de todo), publicidad



Volver, volver, volver...


Lo siento: hoy no escribo ni una letra más. El día está saliendo torcido. Primero pierdo las llaves; luego un caco me roba 100 euros y me deja con cara de tonto. A continuación se enciende una luz en el salpicadero del coche y en el taller me amenazan con cambiar el catalizador. Luego llegan los reyes y me traen un bate de béisbol y un Iphone 4 que deberé configurar cuando tenga tiempo.
Y ahora, para colmo,  voy y lo cuento todo en el globo, en lugar de callarme y sonreír plácida y beatíficamente..
Mañana, cuando se me pase el síndrome post navideño trataré de escribir algo sobre las rebajas.

domingo, 9 de enero de 2011

Código de seguridad

Últimamente hay que saberse muchos códigos de seguridad: el pin del teléfono, el pin de la tarjeta, la contraseña de la cuenta gmail, el número secreto, la contraseña del ordenador y otros. Algunos necesitan además el código del garaje y el de la alarma de su casa y el de la wifi, el id de Apple. En fin...
Lo que no hay es un código para entrar en las personas o ¿si? No se entra en el corazón de las personas con una clave alfanumérica. Y mucho menos con un cañonazo. Un cañonazo derriba las puertas del corazón, pero derriba también lo de dentro, lo demás... La mayoría de la gente protege su corazón contra los intrusos, incluso contra Dios: "ya he sufrido bastante, aquí no entra nadie más". La llave maestra que todo lo abre es la cruz, es decir, el amor demostrado.

Mentiras telefónicas


El regreso a Madrid es un poco más complicado que otras veces. Camino de Santander, me detengo a repostar en un área de servicio. En la cafetería, una chica de menos de treinta años, habla sin puntos ni comas y con voz poderosa por su teléfono móvil. Me pregunto cómo puede meter baza su interlocutor.
―No, no, no, no…, repite de pronto. Todavía estoy en Málaga. Ya te diré.
Nos miramos con asombro los demás clientes. Un chaval imita el acento andaluz con éxito regular:
―Quiyo, ¿cuánto ze debe aquí…?
La chica lo fusila con la mirada.

PD. A todo esto, mi teléfono no funciona. Supongo que cuando me lo arreglen en Madrid, encontraré dos docenas de llamadas perdidas

sábado, 8 de enero de 2011

De qué me quejo

Después de ver este vídeo, hice un propósito que no podré cumplir: no quejarme nunca de nada... 
Y el caso es que hace unos días aconsejé a un colega amigo mío que nunca hiciese propósitos "negativos", de esos que empiezan con la palabra "no".  Así que rectificaré el propósito: cuando tenga ganas de quejarme, trataré de acordarme de Rosa.



viernes, 7 de enero de 2011

Un viejo amigo

Lo encuentro junto al puerto deportivo de Getxo. No nos hemos visto desde hace más de cuarenta años. Algo he leído yo hace tiempo sobre sus actividades políticas. Ahora tiene ganas de charlar, y se desahoga a gusto. Al final me dice: 
―Oye, no irás a poner esto en el blog ése de Internet, ¿verdad? 
―¿Por qué no?
―A estas alturas no puedo decir que estoy rezando el rosario como las viejas. Yo he estado muy lejos, ¿me entiendes?
―Sí, pero no es necesario poner tu nombre ni explicar lo que has sido hasta ahora. Y el caso es que tampoco te imagino presumiendo de agnóstico por la mañana mientras te tomas un pote y rezando por la noche el “Jesusito de mi vida”. Eres un hipócrita muy raro…
―Bueno, bueno, vale… Escribe lo que quieras, pero no des pistas, ¿eh?
―No te preocupes…
―Bueno, puedes decir que soy de Bilbao y del Athletic…
―Pues lo tienes crudo, chaval...


jueves, 6 de enero de 2011

De nuevo, la estrella

 Melchor, Gaspar y Baltasar en globo.
Todos los años escribo algo sobre los Reyes Magos. Incluso me inventé hace poco la historia de una princesa que no se atrevió a seguir la ruta de la estrella. Hoy no añadiré nada nuevo. Dentro de una hora tengo que predicar la meditación a los 40 de Islabe y aún no sé muy bien por dónde empezar. 
Por eso me meto en el globo: aquí dentro pongo en orden mis ideas y escribo lo que se me va ocurriendo.
Es verdad que lo que relata hoy el Evangelio parece un cuento de Navidad más que un relato histórico: hay un Gran Rey que nace y un reyezuelo grotesco, malo malísimo que asesina niños; hay camellos que llegan de un Oriente lejano e inconcreto y una estrella misteriosa que guía la caravana hasta la meta. Hay una ciudad entera que se conmueve con su rey y un ángel que resuelve el problema. ¿No será todo una especie de parábola con la que San Mateo pretende adornar el árbol de la primera Navidad?
No, no se trata de un cuento, pero sí de una historia llena de significado. Sin embargo tal vez sea capaz de contar en la meditación un cuento de verdad que leí hace más de treinta años. Siempre me ha recordado a la travesía de los tres Magos aventureros. Su autor era un dibujante alemán llamado Zimnik, y se titulaba "Los tambores".
El cuento habla de una ciudad amurallada, aburrida y gris, en la que, de pronto, aparece un jorobado con un tambor, que grita por las calles: 
―¡Empezamos una nueva vida; nos vamos a otro país!
No tengo tiempo ni espacio para reproducir aquí de memoria ese cuento. Baste saber que la insólita revolución del jorobado contagió a cientos de ciudadanos de aquel lugar, y que, cuando al fin pudieron marcharse, se les unió una multitud inmensa de otras ciudades vecinas, cada uno con su tambor, con un saco de semillas y un madero de determinadas características. Todos gritaban el mismo mensaje, llamando a empezar una nueva vida en una aventura singular.
Siempre que se habla de los Magos pensamos en la vocación divina representada en esa estrella que algunos se ven impelidos a seguir. Tal vez no esté de más comentar que nuestra vocación, como la de los Magos o la de los tambores, no es una llamada a la felicidad ni a vivir un camino de rosas. Sabemos que terminará bien si no perdemos de vista la estrella o el redoble del tambor, pero hay que ser conscientes de que esto es una movilización general para la guerra de paz que necesita este mundo; un banderín de enganche en el que cada uno tendrá sus propias batallas, sus tentaciones y caídas. Es una epopeya que sólo al final entenderemos del todo. Dios nos hará comprender el porqué y el para qué del  viaje que hemos emprendido.
Ahora lo importante es levantar barbillas ajenas para que otros se arriesguen a mirar a la estrella como nosotros. Les diremos que el camino es áspero, pero que vale la pena. 
Y es seguro es que no terminaremos como aquel ejército de tambores…
 ¡Uy!, se me ha hecho tarde. No tengo tiempo de contaros el final del cuento!

miércoles, 5 de enero de 2011

La mejor noticia de Bilbao



Hasta ahora, nunca había habido en Bilbao una capilla destinada a adorar a Jesús Sacramentado 24 horas al día. Pues bien, ya se ha abierto, y ésta es la mejor noticia que he leído en muchos años sobre la Diócesis de Vizcaya. 
El tarjetón que reproducimos al final lo explica casi todo. Además he recibido un correo electrónico de Antonio Girbau, coordinador general de la Adoración perpetua, que dice lo siguiente:

Nos llegan comentarios sobre la adoración perpetua que las contestamos de forma agrupada: 
1.- "Estoy muy liado y tengo mucho trabajo, no me voy a poder comprometer a una hora semanal". Respuesta: una solución es apuntarse en el horario de 10 de la noche a las 6 de la mañana del día siguiente. 
2.- "Tengo que viajar de vez en cuando, irme de vacaciones, etc. y por tanto no me puedo comprometer". Respuesta: hay una sistemática establecida (se explicará en reunión previa) de tal manera que hay una cadena de sustituciones que lleva ya años funcionando muy bien en otras capillas existentes. 
3.-  "Viajo con frecuencia y voy a faltar mucho necesariamente y por tanto no me puedo comprometer".  Respuesta: Forma un grupo de 4/5 personas con un compromiso semanal como tal grupo, pero cada miembro se compromete a una hora mensual en turno rotatorio (una persona deberá hecer de coordinador del grupo). 
4.- "Yo ya hago esa adoración en otro lugar y no necesito ir a la capilla de la adoración perpetua". 
Inscribirse en la Adoración tiene un "valor añadido": contribuyes a la creación de la capilla de la adoración en Bilbao (hito histórico) y, además, colaboras con tu compromiso a las gracias que lloverán a los que acudan. 

Flash Mob de Navidad

Esto no ocurrió en Pamplona, pero también vale la pena verlo. Lo envía mi sobrina Amaia a través de Pascalle (que no es chico, Gaztelu, sino chica).


La Opera en la calle

Pascalle, desde la Universidad de Navarra, me envía este vídeo, supongo que para que lo cuelgue del globo. Es una pasada. Así nos felicitan desde Pamplona el año nuevo.