martes, 18 de octubre de 2011

El curriculum


No le presté mucha atención cuando me crucé con él en la calle Serrano. Creo recordar que llevaba corbata y un traje gris que necesitaba una plancha urgente. Era menudo y flaco. Tendría cincuenta o sesenta años.
―¿Podría ayudarme…?
Al principio no le oí bien. Hablaba en voz muy baja y no caí en la cuenta de que me estaba pidiendo limosna. Pensé que preguntaba por una calle.
―¿Perdón?…
Entonces echó mano a una carpeta de plástico que llevaba bajo el brazo y sacó unos pocos folios pulcramente escritos. Era su currículum, sus méritos profesionales. No recuerdo muy bien los detalles; me parece que había sido profesor de física o de química, y detallaba su especialidad con un estilo enfático poco inteligible. Al fin me aclaró que necesitaba “algo” para comer. Yo me quedé tan confuso que no supe responder adecuadamente.
―Para pedir limosna, no necesita usted enseñar el curriculum.
Quise ser delicado, pero aquello sonó como una grosería. Le di cinco euros y me alejé con mal sabor de boca.
Quizá han pasado seis o siete meses; pero hoy he vuelto a recordar al mendigo del curriculum, porque me toca enviar un artículo a Mundo Cristiano y, tratándose del mes de noviembre, pienso que, por una vez, puedo atreverme a escribir sobre la muerte.
Hablar de la muerte siempre significa hablar de uno mismo, de esa pequeña muerte que todos llevamos encima, que nos acaricia el oído cada noche y se nos insinúa en un pequeño dolor inesperado, en un cansancio extraño o en un simple cómputo del tiempo que se va acelerando.
El caso es que hace unos días tuve una interesante conversación sobre el tema. Mi interlocutor era un hombre relativamente joven que iba a someterse a unas pruebas diagnósticas “para descartar”―siempre emplean este verbo― la presencia de un tumor maligno. Estaba aparentemente tranquilo, pero no podía dejar de pensar que tal vez el final estaba más próximo de lo previsto. Citó en inglés aquellas palabras de Hamlet: “¡morir, dormir, tal vez soñar! y se preguntaba lo mismo que el célebre personaje de Shakespeare: “¿qué sueños pueden sobrevenir en el sueño de la muerte?…” 
Nuestra conversación no fue precisamente literaria, a pesar de que hablamos de Calderón y hasta de Jorge Manrique. Luego, con aire de resignación, concluyó:
―No sabe la cantidad de currículos que tuve que repartir hasta conseguir mi primer empleo. A cada empresa le contaba lo que querían oír. Todo bien compuesto con pequeñas mentiras.  Ahora, si me toca cambiar de casa, ¿qué curriculum puedo presentar?
A punto estuve de decirle la misma grosería que le espeté al mendigo: para pedir limosna, no necesitas enseñar el curriculum. Al fin se lo dije aunque de forma menos brusca, porque ésa es, en el fondo, la cuestión: no tenemos tanto miedo a la muerte como a lo que viene después. “Morir sólo es morir; morir se acaba” ―escribió un poeta―. Pasar esa puerta es sencillo y rápido; todos morimos “de repente”. La incógnita está al otro lado. ¿Nos pedirán un curriculum intachable? ¿Cómo lo adornaremos?
Conocemos la respuesta: el Cielo es gratis; la limosna de la vida eterna no se da en razón de unos méritos pasados, sino por la cantidad de amor que llevemos en presente al cruzar ese último umbral de la vida. No hay en la Gloria un registro de antecedentes penales ni un archivo histórico de batallas ganadas gloriosamente. El pasado condiciona el presente, por supuesto: la historia de cada uno va modelando la personalidad, ensancha el corazón o lo envilece; nos capacita para el Cielo o nos aboca a una eternidad de soledad y desamor.
Pero el curriculum no basta. Un solo instante de amor de Dios, de ese Dios que perdona y olvida, puede quemar toda la basura del pasado y, con él, nuestro pobre curriculum lleno de mentiras. 
No presumamos de lo que hicimos ayer. El verbo amar sólo se conjuga en presente de indicativo.  

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias

Relicary dijo...

Me estaba recordando a cierto pasaje de la "Divina Comedia". Al llegar al pie de la montaña que es el Purgatorio, Dante habla con algunos de sus contemporáneos, los cuales tuvieron muertes en circunstancias complejas.

La contestación de algunos de estos personajes es precisamente el arrepentimiento que manifestaron en el instante de cruzar esa dichosa puerta y ahora les queda acabar de limpiar bien algunos borrones de la vida.

La Muerte nos sorprende en cualquier momento. Nadie me garantiza que esto que escribo llegue a enviarse (lo sé, es macabro) pero sé que al otro lado nos miran a nosotros, no a nuestro currículum.

Recuerdo unas palabras de Pío II respecto a su azarosa vida pasada: "Y no deis más importancia al laico que al pontífice: rechazad a Eneas, acoged a Pío". Eneas era él antes de cambiar de nombre ;)

Anónimo dijo...

Hoy es mi "Cumpleaños feliz" como sólo Dios sabe si cumpliré más- aparentemente pertenezco al grupo estadístico que según los sistemas actuariales llegaré a los 83/4- sé que puedo morirme en cualquier momento.
Pero hoy.........¡Es mi cumple!. Todas las oraciones son bienvenidas!.
También rezaré por todos. Siempre he pensado que en el día del cumpleaños hay "bonus petitorio",a así que haré como en el cole: "por mi y por todos mis compañeros!

Cordelia dijo...

Una eternidad de soledad y desamor...

Carlos García dijo...

Creo que los curas rezan todos los días: In te Domine speravi, non confundar in aeternum!

Más nos vale que sea así, aunque parece que la cosa es mejor todavía, ya que según Benedicto XVI, 'quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él (Dios), puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios'.

Papathoma dijo...

Visto así, ¡qué consuelo!
Es todo un tratado sobre la Esperanza en pocas líneas. Gracias.

Anónimo dijo...

Sí, si todo eso está muy bien.
Pero por si acaso, en el Juicio Final, yo me pido después de Hitler. Porque como me toque después de la madre Teresa...

Clara dijo...

Pues sí, esa es nuestra esperanza, Que no lo ganaremos por nuestros méritos sino por la misericordia de Dios.

Preciosa entrada la de hoy.

Antuán dijo...

Que casuelidad, ayer estuve en un velatorio de el padre de unos amigos, se notaba que habian llorao y es normal otra cosa no. Se podia haber esperado un poco. Eso que a nosotros nos pilla de sorpresa no sabemos si a ellos... nos decian que fue el sacerdote de la residencia donde estaba hace tres años para consuelo de ellos que pensaban que no practicaba aunque nunca impidio que sus hijos recibieran los sacramentos que todos los sabados esperaba al sacerdote a la entrada de la capilla y con el a Misa en su silla de ruedas. Puedo añadir algo más, es un poema que me sale del alma: " Noche oscura que amarga eres sin amor/ has perdido tu dulzura, te has vuelto cruel/ Me has hecho derramar ondas/ me dejaste solo en el umbral de tu puerta/ La salida del sol esperaré, tiene que venir como siempre/ antes que me llegue la muerte/ le veré despustar, me llenará otra vez tu claridad / podré verte sonreír ¡que gran felicidad!"
Resumidas cuentas la muerte es una puerta que se cierra para los que se quedan y otra la de la uz para los que se van si confian en Dios. El curriculun no sirve Él ya lo tiene registrao. Adiosle

Lucía dijo...

Hola, leo su blog casi todos los días pero nunca antes me había atrevido a escribir en él. ¿Por qué hoy y no otro día? En general porque hoy ha escrito una entrada "maestra", motivadora, profunda... y porque la ha terminado con una frase preciosa -amar solo se conjuga en presente de indicativo-. Si me permite la impertinencia ¿es suya la frase?

Enrique Monasterio dijo...

Decía D'ors que lo que no es tradición es plagio; pero en este caso no tengo conciencia de haber copiado esa frase a nadie.

Lucía dijo...

Simplemente he de decirle que me ha encantado su frase y que tiene toda la razón del mundo, solo se debería conjugar en presente de indicativo. Gracias.

Mercedes dijo...

Este es el poema completo de la frase que menciona usted don Enrique. Me encanta. Se llama "Testamento del pájaro solitario" y es de otro sacerdote: José Luis Martín Descalzo (seguro que ya lo sabía, pero por si las flais..)

Y entonces vio la luz.
La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.

Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura

Heteroayuda dijo...

Que, en su sentido amoroso, el verbo querer sólo se conjuga en presente lo he escuchado de Rafael Alvira y de Nicolás Grimaldi (Navarra y Sorbona) respectivamente. Esto no impide que también sea del Padre Monasterio. Que la vida es praeparatio mortis, lo leí en Platón. Que la muerte ya está en nosotros cuando nacemos lo leí en Heidegger: el hombre como un ser-para-la-muerte. Habiendo cielo e infierno quizás no suena tan pesimista. O tal vez si... Uno hubo que lloró al morir Lázaro...

Papathoma dijo...

Jajaja, Hetero: me encanta que después de ser tan preciso en nombres y lugares...dejes la última frase, la del personaje enigmático, en plan adivinanza. Pues hala, ahí va:

El que lloró por Lázaro, hermano de Marta y María, era el Maestro, o sea, Jesús. Tuvo lugar en Betania y ya hacía unos días que Lázaro había muerto. Al ver cómo lloraba, los que estaban presentes se decían: ¡cómo debía de quererle!

Esto puede leerse en el Evangelio, pero para no hacer trampa, no voy a consultar qué evangelista lo narra ni en qué capítulo pero... ¿¿¿me he ganado un punto positivo, profe???? Porfa... ;)

Anónimo dijo...

soy incapaz de controlar el miedo a la muerte, sobre todo por las noches y ante esos dolores "inesperados", si soy creyente, practicante, trato a diario con Dios, tengo mi plan de vida,... ¿a qué viene ee desasosiego que me entra? Cómo me gustaria saber disfrutar de la vida y no vivir cada dia angustiada por si: me va a dar un infarto, un derrame cereblal, un ...yo qué sé.
¿algún consejo?

Papathoma dijo...

Anónimo de las 9.21.
A mí me pasaba algo parecido hasta no hace mucho.
Lo que ha cambiado, no sé si sabría contártelo, pero quizás mejor por mail. Se lo puedes pedir a D.Henry, si quieres.

yomisma dijo...

Ay, anónimo, miedo por qué? Al fin descansar de este vivir que es un sin vivir, y cerrar los ojos y estar con el dulce Jesús que tantas veces nos acaricia en vida. Con Maria en su corazón para siempre. No quiero la misma muerte pero sí su después. Anhelo de estar con Dios...

Nico dijo...

Otro poeta vino a decir que era importante contar con un buen abogado defensor.;)