sábado, 16 de junio de 2012

La carrera


Gran carrera la de Fernando Alonso en Canadá. Faltaban pocos kilómetros para la meta y el piloto asturiano iba en cabeza. Todo parecía indicar que ganaría, pero cometió un error: no cambió los neumáticos a tiempo y las últimas vueltas fueron un tormento. Las ruedas se desgastaban rápidamente y tuvo que reducir la velocidad. Sus rivales le superaron uno a uno. Al fin quedó quinto. Pudo haber sido peor.
Dicen que la vida es una carrera; que los otros son rivales a los que hay que aplastar. No es cierto, pero a veces nos lo creemos, y hasta nos vemos ganadores de un gran premio que sólo existe en nuestra imaginación.  Somos los más listos, los más brillantes, los más eficaces. Pero pasan los años, las ruedas se desgastan y el motor ya no funciona como antes, quizá porque no lo hemos renovado a tiempo. Y vemos como los más jóvenes nos superan por la izquierda y por la derecha.
¿Envidia? Al contrario. Uno da gracias a Dios porque los nuevos motores son mejores, y algo he hecho yo también para ponerlos a punto.
Además sigo siendo yo el que más sabe de pájaros. Aún puedo quedar el quinto.
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Les lleva la delantera en horas de Amor, de oración. Yo creo que la sinfonía de Dios (la que suena en el Cielo) está por encima de los músicos y los instrumentos, El se encarga de "perfeccionarla"....

Gracias!

Cordelia dijo...

¿Se le ha colado un enlace en lugar de una foto?

Ah, y lo de Fernando Alonso es clavadito a la primera escena de Cars...

Enrique Monasterio dijo...

Creo que he puesto bien la foto. La veo en tres ordenatas distintos

yomisma dijo...

En mi caso no sabe cómo se agradece que los mas jóvenes vayan tomando relevo...

Almudena dijo...

Me decía una persona que no le gustaba ir a la iglesia, que estaba llena de "cabezas blancas"... yo ya voy camino y espero algún dia poder decir con San Pablo (aunque no como él): "he corrido la carrera, he mantenido la fé". Cada vez le encuentro más mérito a la perseverancia. (perdón por alargarme... )

Anónimo dijo...

D. Enrique, tendrá que vérselas con mi marido en el conocimiento de pájaros... Claro que también es de Bilbao.
Monse