jueves, 4 de octubre de 2012

Penitentes


La primera vez que se sentó en el confesonario, aquel cura era joven y presuntuoso. Pensó entonces que su misión era ser el depósito de la basura. Y pidió al Señor que nunca se acostumbrara el hedor del pecado.
Años más tarde ha comprendido que también vive rodeado de héroes y pide no acostumbrarse al aroma de la santidad.

6 comentarios:

Vila dijo...

Me ha gustado mucho este pensieri, y me ha recordado que por algo es el oficio que da la mayor felicidad. (¿era de un artículo del NY Times?)

Cuando abrimos el alma con sinceridad mostramos todas nuestras miserias pero también aquellas cositas buenas que podamos tener.

Anónimo dijo...

¿Y sigue siendo presuntuoso?

En cualquier caso, me alegro de su inquietud estilista. El globo se ve muy bien.

Yo sigo sin acostumbrarme a que no me dedique una entrada.

pacita dijo...

Hoy su entrada me ha emocionado mucho por que no sabe lo que cuesta confesarse,

Enrique Monasterio dijo...

Claro que lo sé. Yo también me confieso

Rocío dijo...

Gracias por su comentario, es una gran ayuda para perseverar. Cuanto cuesta llegar y dejar las miserias y solo las miserias.

Anónimo dijo...

Es verdad, la santidad es silenciosa y pasa desapercibida.....