viernes, 11 de julio de 2014

Panamá


Panamá es un País, un Estrecho y un sombrero.  Del País sé poco y del Estrecho menos, pero empiezo a saber algo del sombrero, sobre todo desde que me regaló uno en Canarias mi amigo Álvaro.
El Sombrero Panamá, o jipijapa, es un tradicional sombrero con ala, flexible y ligero, elaborado a mano con hojas de palmera trenzadas.
A pesar de su nombre, los primeros “panamá” se fabricaron en Ecuador. Su nombre viene de la construcción del Canal. En aquellos años se importaron de Ecuador millares de sombreros de este tipo para que se protegieran del sol los trabajadores. El mismísimo Theodore Roosevelt  lo usó cuando fue a visitar las obras.
Pero esto ahora importa poco. Lo que resulta sorprendente es que ha vuelto a ponerse de moda. Ayer mismo salí por Madrid a hacer unas compras y pude contar dieciocho “panamás” en el barrio. Algunos eran manifiestamente pequeños para el cráneo en el que se encasquetaban; otros, por el contrario, estaban clavados casi hasta las cejas del usuario.
Como yo también llevaba mi panamá, decidí abordar al primero que se me pusiese a tiro. Fue sencillo: en el autobús había un asiento libre al lado de un sujeto de rostro amable que portaba con cierta dignidad un panamá blanco.
─Perdone la indiscreción ─comencé─, ¿le importaría decirme desde cuándo usa ese sombrero?
El interpelado sonrió:
─Desde que me lo mandó el dermatólogo. El mío es un sombrero con receta médica.
─ ¿Y le recetó también el tipo de sombrero que debía llevar?
─Sí… Ya veo que usted tiene el mismo modelo. Un “panamá”.  Los dermatólogos parecen haberse puesto de acuerdo. Seguro que usted también lo lleva por prescripción facultativa.
─En efecto, amigo. Y estoy de acuerdo con usted. Y añadiré más: para mí que los dermatólogos se llevan una comisión por las ventas.
─No sea malpensado… Ellos velan por nuestra epidermis.
─Claro que podríamos aprovechar la epidemia panameña para aprender de nuevo a llevarlo como se debe, a desprendernos de él al entrar en un lugar cerrado y por supuesto en la iglesia, a saludar a los conocidos poniendo la mano diestra a la altura del sombrero como si fuéramos a descubrirnos, inclinando levísimamente la testa…
─ ¿Usted cree?
─Sí, amigo. En otro tiempo había todo un lenguaje de signos basado en los sombreros, igual al que empleaban las damas con los abanicos. Y ahora que las normas de cortesía han desaparecido engullidas por el feísmo y el hedonismo indumentario, tal vez recuperemos el gusto por la urbanidad.
Charlando, charlando, mi compañero llegó a su parada y se puso en pie.

─He tenido mucho gusto, y casi me ha convencido, señor…
─Enrique Monasterio…
─Ah. Ya veo...Mi nombre es Heinz Kloster ─concluyó mientras nos despedíamos cada uno con la mano derecha en su Panamá─.

8 comentarios:

Cordelia dijo...

Menos mal que su dermatólogo no les ha recetado a ambos un sombrero tirolés. No pega mucho con la sotana...

Una lectora habitual dijo...

Conforme iba leyendo su relato, iba pensando en lo bien que había reaccionado su interlocutor ante su pregunta y sus comentarios. Al final, al leer que se trataba de Kloster, me ha arrancado una sonrisa. No podía ser otro que el adorado Kloster.
Desde hoy me fijaré en los sombreros que llevan los demás, a ver si también me cruzo con él, jejeje.

Antuán dijo...

Mi padre nos compraba sombreros de paja para el verano que nos los pasábamos ayudando en las tareas del campo. Casi siempre estrenábamos, debe ser que les dábamos buen tute. Era divertido. Adiosle

Rocky Balboa dijo...

Yo nací en Panamá!! Y estoy totalmente de acuerdo en que los antiguos gestos con el sombrero deberían volver a usarse, porque son de lo más elegantes... mucho más que un "qué tal tronco??" :)

Fernando Q. dijo...

Sabía que era Kloster!!!!

yo el día que me casé me dejé la gorra de marino puesta hasta casi llegar al Altar, cuando un amigo me hizo señas, que vergüenza...

Vila dijo...

Claro, solo Heinz Kloster no quedaría convencido con su dialéctica...

pedazo de anónimo dijo...

Pater, el mejor sombrero del mundo antes de que lo decidieran los dermatologos.Y si es el autentico es caro aunque te acompaña en la testa toda la vida.

Bego dijo...

Vivo en Panama y lo mas gracioso es q aqui nadie lleva ese sombrero! Es mas si alguien lo lleva por la calle, esta claro q es un turista!!!