lunes, 21 de marzo de 2016

Tenerife (I)

El león del Teide
En efecto, Kloster, pongo ese (I) para obligarme a escribir al menos diez entradas más desde esta isla terriblemente hermosa en la que viviré hasta el próximo 11 de abril.
Digo que la belleza de Tenerife es terrible y creo que éste es el adjetivo más adecuado. Aquí el Teide lo domina todo. Estamos sobre un león dormido que algún día despertará. Yo sólo pido al Señor que no sea mañana. Entre tanto, el viejo volcán pide que lo contemplemos, que nos quedemos extasiados ante la majestad de su presencia, y no osemos tocarlo no sea que se irrite.
Aquí la belleza no se disfruta. La vista no descansa; el espíritu no se aquieta. Al contrario. Se diría que esa montaña salvaje busca pelea. Me mira furioso a los ojos y no tengo más remedio que retirarlos avergonzado.
Pensaba estas cosas mientras el avión de Iberia se disponía a tomar tierra en el aeropuerto del sur con el Teide como testigo. El comandante de la aeronave pidió licencia al león para aterrizar, y la fiera se la concedió a regañadientes.
Giró el avión en redondo y en mi ventanilla apareció el Océano con su poder hipnótico y sereno. Una voz metálica pero cordial nos dio la bienvenida a Tenerife en dos idiomas. 

1 comentario:

Cordelia dijo...

Se agradecen las buenas intenciones. Espero que no sea tan fiero el león como lo pinta y que le permita descansar la vista y escribir algo. Que sus cuatro(cientos mil) lectores estamos a dieta rigurosa de globo y algunos tenemos síndrome de abstinencia severo.
Algo para Semana Santa, porfa...